Escrito por: Lorena Anchia.

Hace dos meses emprendí un viaje, en principio por el sudeste asiático, con billete sólo de ida.

Viajar siempre ha sido una de mis pasiones y desde hacía años seguía varias páginas de gente viajera y los típicos programas televisivos, y después era inevitable una charlita conmigo misma preguntándome por qué no lo hacía yo. Uno de mis handicaps era la edad, acabo de cumplir 40 años, y después de estar toda una vida formándote y luchando por un buen puesto de trabajo, que es a lo desgraciadamente nos condicionan desde pequeños, para lo que se supone que es tener éxito en la vida, no tenía muy claro si este paréntesis en mi vida me iba a beneficiar… Pero por fortuna la empresa en la que trabajaba hace un expediente de regulación de empleo y ahí está mi gran oportunidad, me dan algo de pasta para poder viajar.

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Hay quien puede pensar que lo he echado todo por la borda por una locura, pero yo me lo planteé como si hubiera tenido un plan de ahorro durante una parte de mi vida para poder financiarme este sueño. Cuando regrese, si es que decido continuar con el mismo estilo de vida que llevaba o si decido regresar, veré lo que hago. Pero sólo el enriquecimiento personal, aún llevando solo dos meses viajando, ya ha merecido la pena.

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Además, ¿quién me asegura que vaya a vivir muchos años más? Creo que no tiene ningún sentido malgastar tu vida pensando en la jubilación.
Viajar como forma de vida, sin fechas, sin itinerarios, sin prisas, es la experiencia más gratificante que he vivido nunca. Te sientes totalmente libre y funcionas por impulsos, por sentimientos. De repente llegas a un sitio que, si estuvieras de vacaciones, seguramente hubieras obviado porque no es la típica ciudad que aparece en guías y sólo con poner un pie te atrapa. Te vas integrando poco a poco en su ritmo de vida, tanto que cuando te marchas, tienes un sentimiento agridulce, por un lado no te quieres ir pero, por otro, está la expectativa que te crea el nuevo destino.
Durante estos dos meses he visitado Camboya, Singapur, Indonesia y ahora estoy en Malasia, planteándome continuar a Vietnam, y os prometo que a veces me cuesta pensar que ya llevo dos meses fuera de casa.

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Es increíble la capacidad de adaptación que tiene el cuerpo: un traslado de cinco horas antes me dejaba muerta para dos días y ahora es algo habitual, incluso me gustan y me sirven para reflexionar. Los horarios y los hábitos alimenticios cambian constantemente y tu cuerpecito lo resiste como si nada, eres capaz de conciliar el sueño en una habitación con 4, 6, 8 o 10 personas más, cuando antes a veces me costaba bastante en mi amplia cama con su confortable colchón de látex…
Vas haciendo amigos por el camino, compañeros de hostels que están viviendo ese momento tan especial que estás viviendo tú también, con los que compartes cañas, intercambias impresiones sobre los lugares en los que hemos estado y a los que otros nos dirigimos, charlas con locales en los que el intercambio cultural es increíble, vas guardando imágenes, olores y sabores que nunca podrás olvidar.

Amiga nómada date la oportunidad de ser tú misma, de descubrir el mundo con tus propios ojos, de valorar la vida a través de tus propias experiencias…

Un abrazo enorme para todas, y ¡nos vemos por el mundo!

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Si quieres seguir las aventuras de Lorena en su periplo por el mundo, entra en www.viajasetumisma.com, y no te pierdas detalle de sus andanzas.

Y tú, ¿quieres ser también nuestra amiga nómada? Aquí te contamos cómo. ¡Anímate!