Escrito por: Oihane Ugalde.

¡Hola Sandra! Primero de todo darte las gracias por tu tiempo invertido, sabemos que a veces es difícil estar de ruta y sacar el momento para responder a todo un cuestionario de preguntas. Gracias por colaborar con nosotras, estamos encantadas de hacerte esta entrevista y ya podemos darte la bienvenida oficial a Mujeres Nómadas.

Si como Sandra Vallaure, quieres contarnos tu historia, tus vivencias, trabajas viajando, te gusta escribir y quieres contarnos tu última aventura viajera, etc… Aquí puedes encontrar tu espacio para regalarnos unas palabras de inspiración, se llama Amiga Nómada, encontrarás ahí toda la información que necesitas.

¡Vamos con la entrevista a Sandra!

1. Nos gustaría que nos hablaras un poco de ti, una introducción para conocerte. ¿A qué te dedicas, cómo te defines como mujer viajera?

Foto de Sandra Vallaure – Franz Josef Glacier (Nueva Zelanda)

El síndrome de los viajes me atacó muy pronto, cuando apenas era una niña. Mi entorno contaba con todos los ingredientes para que me apasionara viajar: mi abuelo recorrió una gran parte del mundo por trabajo, mi padre llenó mi casa de ejemplares de National Geographic por ser suscriptor (todavía hoy sigue siéndolo) y pasé parte de mi infancia viviendo en el extranjero. Si a eso le sumamos una curiosidad infinita por un millón de temas y una capacidad asombrosa para devorar libros, el cóctel resultante no podía ser otro.

Para mí viajar es una necesidad y no concibo gran parte de mi tiempo libre haciendo otra cosa. Bueno sí, haciendo fotos. Esa es mi otra gran pasión: la Fotografía.

Me gusta considerarme viajera porque cuando salgo de casa mi intención es ser una observadora y aprender de lo que veo. Trato de comprender cómo vive otra gente e intento entender lo pequeño que puede llegar a ser el ser humano con respecto a la naturaleza. Sin embargo, soy consciente de que hay determinados lugares o ciertas actividades que sólo puedo visitar o realizar como turista, es decir a través de una agencia o de un paquete en el que esté todo organizado.

En Tanzania, por ejemplo, no pude visitar el Parque Nacional del Serengueti por mi cuenta y tuve que hacerlo en un viaje en grupo. Me gusta viajar pero no hacer locuras y, a veces, para llegar a ciertos lugares hay que confiar en los profesionales. En este caso, la agencia se ocupó de garantiza mi seguridad, estamos hablando de visitar un lugar repleto de fauna salvaje y, además, con ello contribuyo a favorecer el empleo local.

2. ¿Lugar de nacimiento?

Nací en Madrid.

3. ¿En que países has vivido y qué idiomas hablas?

Foto de Sandra Vallaure – Roys Peak Track, Wanaka (Nueva Zelanda)

Por orden cronológico, he vivido en España, Marruecos, México, Francia, Australia y Nueva Zelanda.

Efectivamente, hablo 4 idiomas aunque creo que ninguno bien del todo: español, francés, inglés e italiano.

4. ¿Desde dónde nos escribes ahora mismo?

En estos momento os escribo desde Lincoln, un pequeño pueblecito de 5.000 habitantes situado a 20 kilómetros al sur de Christchurch, la ciudad más importante de la Isla Sur de Nueva Zelanda.

5. ¿Qué fue lo que te animó a emprender o mejor dicho a empezar con esta aventura?

Foto de Sandra Vallaure – Bali (Indonesia)

El mérito no es exactamente mío porque esta aventura surgió a raíz de una oportunidad profesional de mi pareja. A finales de 2013 estuvimos en esta isla tres semanas de vacaciones y nos volvimos a casa con ganas de más. La verdad es que tres semanas apenas dan para mucho y se nos quedaron muchísimas cosas que ver, incluida, por supuesto, la Isla Norte.

A través de un contacto kiwi y de unos proyectos relacionados con el trabajo de mi pareja, la vida nos ofreció este regalo ¡y no dudamos en aceptar! Así es que hemos venido a trabajar pero lo mejor es que tenemos muchísimo tiempo para explorar este fabuloso país.

6. ¿A qué te dedicas actualmente?

 

Foto de Sandra Vallaure – Trujillo (España)

Ahora estoy en un proceso de cambio profesional. He estado tres años dedicándome a unos proyectos en la red que al final no han salido adelante. Así es que ¡busco trabajo!

Si alguno de los lectores de esta entrevista tiene alguna sugerencia de proyecto o empresa que me quiera contratar a tiempo parcial o total para trabajar en remoto, que me avise o se ponga en contacto conmigo y le cuento mi currículum… ¡No es broma! Ya he contado que hablo 4 idiomas…

Siempre viajo en mi tiempo libre y gracias a mis ahorros. No trabajo mientras viajo.

7. ¿Extrañas algo en especial cuándo estás en ruta?

Foto de Sandra Vallaure – Pingüino de ojos amarillos, Curio Bay (Nueva Zelanda)

¡Nada de nada! No voy a negar que viajar es incómodo en muchos momentos y que no todo es tan idílico como lo venden las revistas de viaje y las agencias. Y el que diga lo contrario, miente.

Pero para mí viajar es tan especial que todo lo demás forma parte de la experiencia y lo asumo como el precio que tengo que pagar por vivir algo único. Así es que no. Cuando estoy fuera de casa no echo nada de menos. ¡Y mucho menos la rutina!

8. ¿Cómo suelen ser tus viajes? Con amigos, en pareja, normalmente sola… ¿Cómo te gusta más viajar?

Foto de Sandra Vallaure – Fès (Marruecos)

Mis viajes suelen ser acompañada. En la gran mayoría viajo con mi pareja porque una aventura entre dos multiplica la experiencia y la forma de ver las cosas. Cuando compartes la vida, un viaje no deja de ser parte de ella, y entre dos siempre es mucho más intenso y divertido. Además, yo soy de esas personas a las que le gusta tener a alguien a su lado para saborear todos esos momentos especiales que ocurren durante un viaje.

Cuando seamos mayores siempre podremos decir “¿Te acuerdas cuando estuvimos en…?” y que nos brillen los ojos mientras recordamos nuestras aventuras por el mundo.

No descarto realizar un viaje sola de larga duración, creo que sería una experiencia muy interesante. Pero por ahora no se han dado las circunstancias.

9. Explícanos qué países has visitado y aunque sea difícil con cuál de ellos te quedarías. ¿Cuál sería tu favorito para entendernos?

Foto de Sandra Vallaure – Tanjung Puting, Borneo (Indonesia)

¡La lista es muy larga! Tanto como llegar a los casi 40 países… Muchos de los destinos a los que he ido están en Europa pero no me puedo quejar porque en ocasiones he viajado realmente lejos. Por poner algunos ejemplos, he estado en Australia, Madagascar, Colombia, Camboya, Tanzania, Japón, Argentina, Indonesia, Kenia o Chile.

No voy a negar que tengo una lista de favoritos, a los que volvería una y otra vez, algunos que me han encantado pero que no repetiría, y algún caso aislado al que no iría de vuelta ni aunque me regalaran el viaje con todos los gastos pagados. Sería injusto quedarme con un sólo país y por eso creo que lo más sincero por mi parte va a ser elegir algunos de los rincones del mundo que me han emocionado.

Uno de ellos es el Kimberley, en lo más profundo del Outback australiano. Esta región salvaje y poco conocida encierra algunos de los secretos mejor guardados de la geografía de ese país. Allí se encuentran algunas de las gargantas más espectaculares del mundo. Y no me puedo olvidar de los Bungle Bungles, un pequeño gran tesoro natural del que no se tuvo noticias hasta 1983…

Otro lugar que se quedó en mi corazón es el Parque Nacional de las Torres del Paine en la Patagonia chilena. Si bien la Patagonia es una región con unos paisajes de montaña que quitan la respiración, este parque en particular es su más preciada joya. Y no me quedó más remedio que enamorarme de sus glaciares, lagos de colores mágicos, imponentes cascadas, y como no, las famosas cumbres conocidas como Torres del Paine que le dan nombre.

La jungla de Tanjung Puting, en el Borneo indonesio, es uno de los pocos lugares donde aún se pueden ver orangutanes en su entorno natural. Y hasta allí fui para ver con mis propios ojos a estos primates de pelo naranja que me conquistaron por su cercanía y ternura. Y si a eso le sumamos la increíble oportunidad de conocer a la Dra. Biruté Galdikas, no se puede pedir más.

Los templos de Angkor son, sencillamente, impresionantes. Rodeados por una húmeda y calurosa selva, constituyen el mejor ejemplo de arquitectura jemer. Y la verdad es que merece la pena dedicarles dos o tres días. Además del simbólico Angkor Wat, muchos otros como Bayon, Ta Phrom y por supuesto Banteay Srei conforman un inmenso complejo que me hizo sentir Indiana Jones durante unos días.

El Parque Nacional de Tayrona, al norte de Colombia, es una área protegida de la costa cuyas playas prácticamente desiertas rodeadas de selva me dejaron boquiabierta. No sólo tuve la suerte de caminar por varias de esas playas si no que además me quedé a dormir, por lo que pude disfrutar del parque con más intensidad.

Por último, aunque me dejo muchos otros rincones, no puedo dejar de mencionar la Milford Track. Es la ruta de senderismo más popular y, sin duda, más bonita de Nueva Zelanda. Durante cuatro días anduve por sus casi 55 kilómetros disfrutando de sus montes y sus valles, cruzando ríos (a veces) salvajes y viendo miles de estrellas por las noches. Y gracias a una tremenda fortuna, pude disfrutar del McKinnon Pass en un día soleado.

10. ¿Puedes contarnos un poco más de como fue tu experiencia de conocer a Biruté Galdikas? Tuvo que ser una experiencia muy chula. ¿Qué pudiste compartir con ella?

Foto de Sandra Vallaure – Biruté Galdikas y los orangutanes en Tanjung Puting, Borneo (Indonesia)

Tengo que reconocer que fue una casualidad increíble y una suerte el que la vida me regalara poder pasar unas horas con la mayor eminencia del mundo en orangutanes. Sobre todo porque, como ya imaginas, nada de esto estaba previsto.

El plan inicial era ir junto a Andi, unos de los mejores guías que he tenido nunca, a Camp Leakey a ver a los orangutanes mientras se les da de comer. Biruté Galdikas fundó este campamento a mediados de los 70, tras decidir dejarlo todo e irse al sur de Kalimantan (la parte indonesia de la isla de Borneo) para estudiar los orangutanes. La Dra. Galdikas instauró hace años lo que se conoce por ‘feedings’ o ‘alimentaciones’. Durante estos periodos de alimentación, voluntarios de su fundación dejan en unas plataformas centenas de plátanos, yucas y leche para que los orangutanes completen su dieta diaria.

Por desgracia, su hábitat está en destrucción por culpa del crecimiento desmesurado de las plantaciones de palma (del que luego se extrae un aceite que se usa en miles de productos) este motivo hace necesaria esta práctica. Es algo terrible. Si quieres leer más al respecto, la Orangutan Foundation y The Guardian lo explican perfectamente. Andi lleva muchos años ayudando a la Dra. Galdikas con su labor. Y al terminar de ver conmigo el último feeding del día en el campamento, uno de los voluntarios le dijo a Andi que la Dra. quería verlo. Caminamos hacia la casa de la Dra. Cuando llegamos decidí quedarme a una distancia prudencial de su modesta cabaña. No me parecía bien entrometerme y preferí esperar pacientemente para que Andi se reuniera tranquilamente y sin interrupciones con la Dra. Galdikas.

Al cabo de unos minutos vi que Andi volvía para decirme que la Dra. quería conocerme. “¿Cómo?”, pensé, “¿Conocerme a mí?”. Y a partir de ahí empezó un pequeño sueño. Biruté Galdikas fue tremendamente amable y pedagógica. Además de explicarme miles de cosas sobre su experiencia y proyectos con los orangutanes, me contó parte de su vida, y vi con mis propios ojos como algunos de los orangutanes de la reserva interactúan con ella como si fuera uno más. ¡Imagínate! Su conocimiento y contacto con los orangutanes ha sido tan duradero y es tan natural que mantienen una relación casi como si fueran miembros de la misma especie.

Así contado suena sorprendente, pero te aseguro que verlo con tus propios ojos es realmente impresionante.

Las dos horas que pasé con ella no se me olvidarán nunca.

11. Viajando, ¿cuál ha sido la experiencia más enriquecedora para ti? ¿Qué experiencia te ha llenado o te ha enseñado más como persona?

 

Foto de Sandra Vallaure – Cartagena de Indias (Colombia)

He conocido a gente extraordinaria, he llegado a lugares increíbles y he vivido experiencias únicas.

Esta pregunta es muy difícil de contestar. En general, recuerdo con mucho cariño a todas esas personas que, desinteresadamente, me han ayudado en un momento u otro durante un viaje. Me han indicado el camino, me han llevado de un sitio a otro, me han contado su vida, me han enseñado lo que hacen…

Me viene a la mente un abogado turco que me ayudó a volver a Estambul cuando estaba perdida en las afueras y era incapaz de comunicarme con nadie. O Vanessa y Yuri, mis guías en el Camino Inca que me dieron la mano y tiraron de mí hasta que completé la ruta a pesar de sufrir bastante. O Hiro, un japonés que me invitó a cenar y que me hizo descubrir mil cosas sobre cómo se vive allí. O Andi, mi guía en Tanjung Puting, todo un ejemplo de superación y de persona hecha a sí misma. O mi amigo Axel que me acogió en su casa y me descubrió lo mejor de Hanoi después de muchos años sin vernos. O Isabel, que me abrió su corazón en Cuzco sin pedir nada a cambio. O Mr. Han, que me llevó hasta los últimos rincones de Angkor en su tuk tuk…

Me quedo con toda esa gente, que consiguieron que mis viajes fueran mejores.

12. ¿Eres de maleta o de mochila?

Foto de Sandra Vallaure – Vista sobre el centro financiero de Singapur

Sé que puede sonar a tópico, pero la verdad es que depende. Hago muchos tipos de viaje y el hecho de elegir mochila o maleta va a depender en gran medida del destino y de la duración.

Suelo viajar con maleta cuando se trata de una escapada corta a un destino relativamente cercano, generalmente en Europa. En cambio, cuando me marcho lejos y voy a estar una temporada larga fuera de casa en la mayor parte de los casos me acompaña mi mochila.

Y ahora que lo pienso, llevo desde 2004 con ella… No está mal ¿verdad?

13. Un tema del que pocos hablan… ¿Cuál ha sido el momento más duro que has vivido viajando? ¿Dónde?

Generalmente trato de olvidar lo malo que me sucede durante un viaje. No suele ser mucho ni suele ser siempre pero es inevitable que ocurra algún contratiempo, tener un susto o vivir una experiencia complicada.

A lo largo de mis viajes, he sido muy afortunada. Puedo contar con los dedos de una mano los momentos duros que he vivido. Pero quizá el que recuerdo con más intensidad y me sigue dejando hecha polvo fue algo que me ocurrió en Phnom Penh, la capital de Camboya.

Estaba paseando por la orilla del río Mekong y se me acercaron una niña de unos 10 u 11 años y su hermano de 5 o 6. Iban cargados como mulas con unas cestas de plástico, de esas que usamos para colocar la ropa antes de tenderla, llenas de libros. Todos eran copias falsas de guías de Lonely Planet, libros sobre los templos de Angkor, novelas sobre Camboya y libros de historia. Se acercó con una de las sonrisas más bonitas que he visto nunca. Y, claro, trató de venderme uno de sus libros. Se defendía bastante bien en inglés y mantuvimos una larga conversación entre risas.

Le pregunté su nombre, su edad, y sobre todo por qué no iba al colegio. Sin dejar de sonreír me explicó que tenía que cuidar de su hermano y que tenía que vender libros para llevar el dinero a su casa. Salía al alba y no volvía hasta bien entrada la noche con lo mucho o poco que hubiera ganado a lo largo de una interminable jornada. Estuvimos hablando mucho rato. Y durante ese tiempo me debatía constantemente entre comprarle un libro o no. Por un lado, sabía que ese dinero era importante para su familia. Por otro lado, estaría fomentando la explotación infantil. Esa niña y su hermano deberían estar en el colegio y no pateándose las calles de la ciudad vendiendo libros fotocopiados.

Cuando nos despedimos, tras haber jugado un rato con la cámara y a mojarnos con agua, me derrumbé. Empecé a pensar en el futuro que le esperaba a esa niña. Porque a pesar de su inglés y su preciosa sonrisa, no podía evitar pensar que en pocos años, esa niña sería presa de una de las miles de mafias de proxenetismo que inundan el país. No sería la primera ni la última que había visto en mis días allí, acompañada siempre de algún indeseable occidental que estaba dispuesto a pagar a cambio de recibir cariño. Empecé a llorar y no paré. Estuve horas así, encerrada en la habitación del hotel, llorando desconsoladamente. Lo hice hasta que se me secaron los ojos. Hasta que no me quedaron más lágrimas.

«Comprendí, una vez más, la suerte que he tenido de nacer donde nací.»

14. Y para compensar, explícanos también el momento más feliz que recuerdas estando en ruta. ¿Dónde te sucedió?

Mujeres Nómadas - Madagascar

Foto de Sandra Vallaure – Dos niños jugando en el río (Madagascar)

Al igual que con los países, cuesta mucho quedarse con uno sólo… Pero sería injusta si no dijera que el momento más feliz que he vivido viajando fue en Iguazú (Argentina). Es un lugar mágico donde la naturaleza demuestra todo su poderío y que abruma por su belleza. Es realmente impresionante.

Y a mí no se me ocurrió otra cosa mejor que ir allí y enamorarme. En todos los sentidos.

15. ¿Próximo destino Sandra?

Mujeres Nómadas - Zanzibar

Foto de Sandra Vallaure – Puesta de sol en Zanzíbar (Tanzania)

Mi próximo destino es Tailandia. Quizá es algo menos exótico de lo que estoy acostumbrada, y me hubiera gustado ir antes a otros países de la zona como Laos, Birmania o Malasia. Pero era la parada perfecta en el camino de vuelta a casa desde Nueva Zelanda. Llegar hasta aquí cuesta dos días así es que si se puede repartir el sufrimiento en varias etapas, mejor.

Será un viaje tranquilo y poco exigente. Dedicaré unos días a explorar Bangkok y Chiang Mai y a disfrutar de las islas del Golfo de Tailandia practicando una de mis actividades favoritas: el buceo.

Y ahora vamos a hablar un poco de tu gran pasión fotográfica y a ver si nos podemos quedar con un par de trucos para sacar buenas fotos en nuestros viajes.

16. ¿Cómo surge tu pasión por la fotografía? ¿Cuándo empezaste? ¿Hubo algún detonante en especial que te hiciera sentir algo para empezar?

Mi pasión por la Fotografía surge siendo niña, supongo que con 7 u 8 años. Empecé como empiezan muchos niños: con una cámara básica, una Agfamatic Pocket, que me regalaron mis padres por navidad. No podía ser más simple, un visor y un botón. No me dejaba mucho margen para improvisar mi técnica… Sería injusto atribuirme el mérito de tener una debilidad innata por la Fotografía.

Mi abuelo materno era un apasionado fotógrafo que iba con su cámara a todos lados, y que aprovechaba para usarme de modelo. Mi padre también ha sido una tremenda influencia: además de llevar su cámara siempre, lleva más de 40 años suscrito a la revista National Geographic. Mi casa estaba llena de esas revistas y cuando empecé a hojearlas no sabía inglés, así es que me tenía que conformar (¡imagínate!) con ver las fotos.

Ese fue el principio del fin. Ahí nació mi adicción a los Viajes y a la Fotografía.

17. ¿Dirías que un fotógrafo nace o se hace? ¿Hace falta tener “un algo especial” para sacar esas fotos capaces de transmitir tanto?

No tengo ninguna duda en que un fotógrafo se hace. Puedes nacer con una cierta sensibilidad, con un ojo fotográfico más desarrollado que el resto, con una originalidad desbordante. ¡O con todo eso y mucho más! Pero como en cualquier otra disciplina artística, los resultados se obtienen después de muchas horas, días, meses e incluso años de trabajo.

Nada surge porque sí. Y la Fotografía no iba a ser una excepción.

18. ¿Qué es lo que más te inspira de la fotografía? ¿Antes de hacer “click” qué sensaciones captas?

Mujeres Nómadas - Berlin

Foto de Sandra Vallaure – Berlín (Alemania)

La Fotografía me ha resultado siempre una inspiración en sí misma. Y eso se debe seguramente a que soy una romántica empedernida. Romántica, no en el sentido sentimental, si no en el temporal. Una foto tiene un poder mágico: me permite viajar en el tiempo y volver a un momento especial.

Esa oportunidad de tener siempre una puerta a mi pasado y no depender de mi memoria (que puede llegar a ser muy traicionera) me parece maravillosa. Si lo piensas bien una foto no tergiversa tu recuerdo. Al revés, lo potencia porque no engaña a tu vista, lo que ves es lo que había, lo que viviste, lo que sentiste. Es fiel. Eso es lo que busco cuando aprieto el disparador, que mis sensaciones queden atrapadas para siempre en el tiempo.

19. A mí me encanta la fotografía pero reconozco que no tengo ni idea. ¿Qué consejos nos darías para sacar unas buenas fotografías viajeras? ¿Hay algún “truquillo” para hacer buenas fotos?

Si sólo hubiera un «truquillo» seríamos todos grandes maestros…

Voy a intentar resumir al máximo esta respuesta porque el tema daría para varias entrevistas ¡o para un libro! Te dejo algunas de las recomendaciones para que vuelvas a casa con fotos que merezcan la pena.

Lo primero y más importante es que entrenes tu ojo fotográfico. Dedica un ratito (el tiempo que puedas) todos los días a ver muchas fotos de otros. Este ejercicio te ayudará no sólo a elegir localizaciones si no también a aprender composición y a determinar qué tipo de imágenes te gustan más.

Lo segundo es aprenderte de memoria este mantra: “Practica, practica, y sigue practicando”. ¡Y ponerlo en práctica claro! Equivocarse es la mejor forma de aprender. Al principio te resultará frustrante pero es la única forma de fijar conceptos.

Y por ultimo, no te desesperes. Yo he pasado por lo mismo que tú: cuando me compré mi primera réflex y me leí el manual de instrucciones, todo me sonaba a chino. Por supuesto, pensaba que si salía del modo automático mis fotos serían una porquería. Poco a poco, leyendo, aprendiendo de otros, y practicando, logré perder muchos miedos. Si lo hice yo, tú también así es que ánimo.

 

Si te has quedado con ganas de saber más…

Sandra Vallaure es una apasionada de la fotografía y de los viajes. A través de su blog Sifakka ayuda a fotógrafos principiantes a mejorar su técnica y estilo para conseguir imágenes espectaculares durante sus viajes. Suscríbete y consigue ya su guía gratuita «Viajar Fotografiando».

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