Escrito por: Julia del Olmo.

Fue en la universidad cuando me di cuenta de que una de las cosas que más me gustaban del mundo era viajar. Aunque en ese momento no sabía que viajar podía ser un modelo de vida. Una forma de vivir diferente a lo establecido. Y lo cierto es que si alguien me lo hubiera dicho no me lo hubiera creído ¿vivir viajando? Hubiera pensado que eso era solo para los ricos.

Pero al escuchar la historia de un chico que había dado la vuelta al mundo pensé, «bueno, si él ha podido ¿por qué no iba a hacer yo lo mismo?» Y si él lo hizo, ¿por qué no ibas a hacerlo tú también?

Te voy a contar mi historia, los pasos que yo di para empezar a viajar sin billete de vuelta. Pasos que tú también puedes seguir si este es tu sueño, espero que te sea útil.

1. Ahorrar:

Al terminar la universidad, con esa idea en la cabeza, me fui a vivir y trabajar a Suiza. Un país donde, con el dinero que ganaba, podía ahorrar para cumplir mi sueño.

Por muy viajera low cost que seas necesitarás tener algo de ahorros. Es fundamental para solucionar cualquier imprevisto que te pueda pasar por el camino. Además tú irás más tranquila sabiendo que cuentas con cierta cantidad de dinero para lo que pueda pasar. Yo llegué a ahorrar 4.000€ y con eso salí de viaje.

Julia en el tren entre Hsipaw y Mandalay, Myanmar.

2. Perder el miedo, tomar la decisión:

El día que di el paso y me compré el billete de ida a Buenos Aires no me lo podía creer. Por fin iba a suceder. Esa mañana me levanté y pensé «es el día, compra ese billete y adelante, a cumplir los sueños».

Y lo hice. Y es la mejor decisión que he tomado el mi vida. Creo que este paso, tomar la decisión y comprar tu vuelo es el paso más importante. Ese en el que decides romper con todo. Y por lo tanto es el paso más difícil.

Llegué a Buenos Aires cargada de ilusiones y algunas incertidumbres. No había leído ningún blog, no sabía nada sobre viajes sin billete de vuelta. Solo tenía mis ganas y mis sueños.

Julia en la cascada Anisakan en Pyin U Lwin, Myanmar.

3. Intenta gastar lo menos posible:

Nada más llegar a la capital Argentina conocí a otros viajeros que llevaban meses en la ruta. Gracias a ellos me quité algunos miedos, me animé a hacer autostop. Acampé desde Argentina hasta México. Compraba en los mercados y me cocinaba en un fogoncillo.

Fue la experiencia más enriquecedora de mi vida. Trece meses de viaje que fueron pura libertad. Y en los que apenas gasté dinero, el gasto total con vuelos y todo fue de 3.500€.

No son las únicas maneras de ahorrar dinero, si no te atreves a hacer autostop procura buscar los transportes locales, pregunta en varios alojamientos para encontrar el más barato, usa couchsurfing. Procura comer en los mercados o hacer la compra y cocinar tu misma.

Además siempre puedes hacer alguna artesanía (pulseras, atrapa-sueños, postales…) e intentar vendérsela a otros turistas. Y si tocas algún instrumento… ¡no lo dudes, a tocar! En el tema de vender ten en cuenta que no todos los países son iguales y no en todas partes está bien visto. En Latinoamérica es un buen lugar para hacer estas ventas mientras que en el Sudeste Asiático la gente se siente incómoda con ello. Se respetuosa.

Julia en la cascada Quasy en Luang Prabang, Laos.

4. No te obsesiones, disfruta de la ruta:

No vi los museos más famosos, ni los monumentos más fotografiados, no recorrí los «imprescindibles», pero me conecté con el mundo, con la naturaleza, conocí las culturas, compartí la mesa, compartí historias…

No te obsesiones con verlo todo, ya te aviso, es imposible. Por ello disfruta de lo que veas, de la gente que vas conociendo, de los lugares a los que llegas. No olvides que un pueblo perdido puede ser tan alucinante (o más) que el más famoso de los monumentos.

Julia en los templos de Angkor, Camboya.

5. No te deprimas a la vuelta:

Tras vivir una experiencia así lo más común es que te deprimas cuando vuelvas a casa. No lo hagas, mira el mundo con ilusión. Planea nuevos proyectos.

Cuando terminó esta experiencia decidí algo. Esta era la vida que quería. La estabilidad y el sedentarismo no eran para mí.

Más que visitar lugares me gusta formar parte de ellos. Sentarme a mirar a la gente. Tomarme el café despacito mientras leo. Levantar la vista y observar a la gente.

No sé a dónde me llevan mis pasos, pero con el tiempo he aprendido a no preocuparme por ello.

Y así, viajando, llevo desde 2013. Cuando tomé la decisión que cambió mi vida. Aquel noviembre en el que compré mi billete de avión a Buenos Aires. Aquel día en que viajar se convirtió en una forma de vida.

Si quieres seguir sus pasos y conocer más sobre sus viajes y aventuras puedes visitar su web en caminosalvaje.org

Y tú, ¿quieres ser también nuestra amiga nómada? Aquí te contamos cómo. ¡Anímate!