Casi sin pensarlo, alejándonos del estrés de la ciudad, mi pareja y yo avanzábamos a buen ritmo con los Artic Monkeys de fondo camino a un finde de relax en Zahara de los Atunes, sólo equipaje ligero y una reserva de hotel realizada la noche anterior.

Y como casi siempre, las mejores escapadas son las que no se planean.

Salimos de Sevilla, en dirección Cádiz y lo primero que nos sorprendió fue el paisaje a través de la A-2231 mar a la derecha y montaña a la izquierda, espacio que resultó ser terreno militar donde se veían luces durante la noche según nos comentó la recepcionista del hotel.

Al llegar soltamos las mochilas, nuestras fieles compañeras de viaje, y al ser ya tarde preferimos pasear por las calles del pueblo, que al ser viernes y temporada baja (marzo) estaba casi desierto. Aunque esté feo decirlo, Zahara de los Atunes en verano es insufrible a causa del turismo masivo, según nos comentó un lugareño.

Zahara

Lo primero que hicimos fue pasear hasta la playa, de arena blanca y fina, dejando a la izquierda la oficina de información turística, cerrada, y el “Castillo” de Zahara de los Atunes, muy descuidado, que data del siglo XV y construido como protección contra piratas y como almadraba. En el mar podemos ver un antiguo carguero hundido, el Gladiator, que encalló en estas aguas hace más de 100 años cuando transportaba azúcar. Con la marea baja, se puede ver parte de él.

Tras hacer un poco de turismo caminamos hasta el final del Paseo del Pradillo, donde tan sólo encontramos tiendas, bares y restaurantes cerrados además de hoteles y altos edificios en construcción.

A la mañana siguiente cruzamos en coche el río Cachón, cuenta la historia que de aquí procede la palabra “cachondeo”, ya que a orillas de este río se formaban unos buenos jolgorios hasta altas horas de la madrugada que nada tendrían que envidiar al actual Ultrafest. Por ello hoy se dice, “vienen de cachondeo”, o lo que es lo mismo en la época, vuelven de juerga del río Cachón.

Retomando el viaje tomamos la CA-2216, con Coldplay como banda sonora entre edificios a medio construir, pero que dejaban ver a lo lejos lujosas casas de grandes ventanales apostadas estas en las laderas de la sierra. Se ven casas de todas las maneras, incluso vimos una con forma de ovni, al parecer perteneciente a un escritor.

Tras atravesar la lujosa urbanización de Atlanterra, donde las vistas de los acantilados y el mar es asombrosa, paramos a la altura de la Torre del Cabo de la Plata, torre vigía del siglo XVI.

Búnker

Cerca de ella hay unas empinadas escalerillas, por la cual se baja hasta la playa, dejando a la derecha la playa Arenas y a la izquierda el Búnker de Atlanterra, construcción que nos sorprendió, puede que por estar solos en aquel lugar, y donde estuvimos obligados a hacernos fotos por lo pintoresco de la estampa. El búnker se construyó en los años 40 y está en muy mal estado de conservación.

Volvimos al coche, esta vez dejando a la derecha la playa de los Alemanes hasta llegar al Faro de Camarinal. El faro era una almenara, una torre de vigilancia del siglo XVI, alzada con el fin de prevenir a los piratas berberiscos y rehabilitándose posteriormente como faro. Las vistas desde el faro son realmente preciosas, se ve la playa de El Cañuelo y la punta Camarinal, si bajamos por las escaleras de madera a la derecha del faro podemos llegar a un mirador. He leído que se pueden ver delfines desde allí, pero el mar estaba muy agitado y hacía bastante viento, tan sólo vimos unos grafitis representando unos humanoides que daban muy mala espina. Parece que toda la zona es bastante conocida por avistamientos ovnis.

Faro de Camarinal

Desandamos lo andado y volvimos al coche para volver a Zahara de los Atunes, y tomar la A-2227, una sinuosa y estrecha carretera entre verdes prados donde pastan vacas de retinto bajo aerogeneradores.

Llegamos a la N-340 y nos desviamos por la CA-8202, otra carretera de curvas que desemboca en las Ruinas de Baelo Claudia y la playa de Bolonia.

Tras aparcar pasamos por taquilla, donde no pagas si eres español, y si eres extranjero el coste es de 1,50 euros. Merece la pena si te gustan las ruinas romanas, ya que es el conjunto urbano más grande de toda la península, data del siglo II a.C., compuesto por una basílica, un teatro, un mercado y el templo de Isis.

La playa de Bolonia tiene unas famosas dunas de arena blanca, de más de 30 metros de altura, que se pueden recorrer en un sendero de 1 km.

Unos 30 minutos después a través de la N-340 nos encontramos en Tarifa, donde es interesante visitar la Isla de las Palomas (no se puede acceder sin un permiso especial, ya que es terreno del Ministerio de Defensa), el punto más al sur de Europa, una vista alucinante, ya que encuentras a un lado el Mediterráneo y al otro el Océano Atlántico.

Tarifa

Tarifa es conocida mundialmente por ser frecuentada por amantes del windsurf y kitesurf. Y por supuesto, como no podía ser de otra manera, a pesar de que hacía mal tiempo, tuvimos nuestra exhibición.

Volvimos a Zahara de los Atunes con Imagine Dragons como banda sonora tras una divertida mañana-tarde, nos cruzamos en el camino con al menos una decena de caravanas, ya que hay al menos cinco campings en esa zona.

Ya en Zahara fuimos a ver la puesta de sol desde el Paseo Fluvial, muy recomendable por las tonalidades que adquiere el cielo, alucinante.

Atardecer

En definitiva, un fin de semana muy aconsejable.

Distancias:

Zahara de los Atunes a Torre del Cabo de la Plata: 4,5 Km.

Zahara de los Atunes a Ruinas de Baelo Claudia: 33 Km.

Ruinas de Baelo Claudia a Isla de las Palomas: 24 Km.

Isla de las Palomas a Zahara de los Atunes: 44 Km.