Hacía tiempo que quería cruzar la  frontera con Francia y visitar  la zona de Carcassonne. Está a tan sólo unos 300 Km desde Barcelona y tal vez por eso es de esas escapadas que, por proximidad siempre dejas para otro momento. Por suerte ¡llegó ese momento! Así que hace unos días me escapé el fin de semana para disfrutar de la ciudad.

Sin lugar a duda esta visita sólo la podía hacer en compañía de una persona. Si se trata de castillos, caballeros y damas tan sólo podía viajar con mi princesa del s. XXI favorita. Así que “Pao Princess”, mil gracias por varias de las fotos y ¡a ver cuando repetimos!

hotelLlevábamos algo de tiempo hablando pero ninguna de las dos encontraba el momento para buscar alojamiento. Será porque en mis últimos viajes eso es algo que no me ha preocupado y lo he ido solucionando sobre la marcha, pero el caso es que el jueves por la tarde todavía no teníamos donde dormir y cuando nos decidimos estaba casi todo ocupado. ¡Sí! Carcassonne no lo sabía, pero estaba a punto de sufrir una ocupación española durante unos días.

Por suerte, encontramos un pequeño hotel bien situado y con un precio que, pese a ser algo caro para lo que yo me suelo gastar, nos lo podíamos permitir. El Hotel du Pont Vieux, está regentado por una pareja muy amable, con un español básico pero correcto y mejor inglés. Se encuentra situado en la parte baja de La Cité (término que utilizan al hablar de la zona amurallada de la ciudad), en su misma calle hay varios restaurantes y una patisserie donde fuimos a desayunar ambos días ya que el desayuno no estaba incluido y costaba unos 8 euros.

En el 3er piso del hotel tienen una pequeña terraza con unas vistas impresionantes de la muralla al completo, así que si os alojáis allí no paséis de largo, subid, disfrutad de las vistas y ¡haceros unas fotos!

Salimos de Barcelona el viernes después de comer e hicimos una parada en Besalú a media tarde. ¡Si no habéis estado os lo recomiendo!
Besalú pertenece a la comarca de La Garrotxa, en la provincia de Girona. Es, sin duda, una de las ciudades medievales con más  encanto de toda Cataluña.

Besalú

Tras dar un largo paseo y  reponer fuerzas con un café y un crep de chocolate, volvimos al coche para esta vez ya sí, parar en nuestro destino final.

Había leído en varios sitios que convenía llenar el depósito antes de cruzar la frontera, así que en La Jonquera pusimos gasolina, y cruzamos frontera sin problemas. ¡Finalmente llegamos a Carcassonne! Suerte que antes de salir de casa habíamos comprado algo para comer en algún momento, porque todo cierra bastante temprano y nosotras llegamos muy tarde. Así que nos hicimos un bocadillo y abrimos una botella de vino para darnos nuestra bienvenida particular a la ciudad.

Adentrarse en Carcassonne es adentrarse en un viaje en el tiempo. Es una ciudad donde todavía, por suerte,  se respira acierto aire medieval. Al menos durante estos días (desconozco si siempre es así) toda la parte amurallada estaba ambientada en la época medieval con algo de teatro callejero, paradas de comida, vino caliente o artesanía.

El sábado, tras desayunar, nos dirigimos hacía La Cité. La oficina de turismo se encuentra en la Puerta de Narbona, que es la puerta principal de acceso a todo el recinto. Tienen un trato muy agradable y una de las chicas un excelente español. Hay rutas guiadas de cerca de una hora y media de duración que cuestan 6 euros y merecen la pena ya que te cuentan parte de la historia de la zona y la arquitectura del lugar a lo largo del paso de los años. Es muy interesante y gracias a este tour aprendimos que la primera piedra la pusieron los romanos (o galo romanos como los llamaba Anne, nuestra guía), que la perdieron a mano de los visigodos, que durante 40 años fue musulmana hasta que la reconquistaron y pasó a ser ciudad feudal del Vizconde Trencavel . Quien después del paso de los años y tras las cruzadas contra los cátaros, la perdió ante el Rey pasando así,  a formar parte del reino de Francia. Pero no, ¡tranquilos! No os voy a contar la historia de la ciudad, os dejo que os sorprendáis con ella cuando vayáis a visitarla o bien podéis cotillear algo en la web oficial de turismo de Carcassone (Aquí).

Carcassonne.2

Tras la visita y un paseo, nos propusimos probar alguna comida típica del lugar. Lo malo es que al ser vegetariana y los platos típicos estar elaborados en su mayoría con carne de caza o bien pato, lo tenía complicado. Sin embargo, Pao si probó el paté y la “cassoulet”, el plato típico del lugar. Se trata de un plato similar a la fabada con judías blancas, carne de caza, pato y salchichas. Una bomba que después requiere una buena siesta. Tiene tan buena aceptación y están tan orgullosos de este plato, que existe una ruta para degustarlo.

Al anochecer volvimos al Castillo a tomar un buen vino caliente, ¡nunca había probado el vino caliente! No sabría como describirlo, pero me pareció una bebida similar a la sangría, con especies y cítricos calentada al fuego y que me sentó de maravilla por el frío que hacía. La verdad es que me gustó.                                                                   Bajamos dando un paseo hacía la parte nueva de la ciudad pasando por el puente viejo hasta llegar al mercado de Navidad. Sinceramente pensaba que habrían puestos de artesanía local y comida pero tan sólo habían un par de artesanía, un par de comida y el resto de vino caliente y vino de la zona. La pena son sus horarios. ¡Creo que no me acostumbraría a ellos! Cierran demasiado pronto incluso los puestos callejeros. Así que no nos quedó otra que volver de nuevo al hotel a cenar.

PicsArt_12-11-09.55.20Nuestra idea inicial era el domingo dedicarlo a conocer algún castillo más de la zona, pero tan sólo entramos en el Castillo de Carcassonne y en la Abadía de San Hilario a unos 20 Km. El camino hacía la Abadía transcurre  entre viñedos y pequeñas montañas,  que hacen del paisaje un compañero de viaje de excepción.

Viñedos

Os preguntaréis por qué tan sólo visitamos el Castillo y la Abadía y la verdad es que el motivo es muy simple. Al entrar en la Abadía de San Hilario había una cata de vino de la zona. Sí, sí ¡de vinos! Para nuestra sorpresa, tan sólo tenías que pagar 2 euros por la copa de vino y después podías iniciar la cata. Había vino blanco, rosado y tinto, todo dispuesto en varias mesas según sus características. En cada mesa había también pan ecológico y un queso exquisito, todo ambientado con música en directo para hacer más amena la cata. Comprenderéis que estuviéramos allí un buen rato, ¿verdad?

Cata Abadía2

Pasamos allí el tiempo suficiente como para abortar nuestras posteriores visitas y dirigirnos directamente a Narbona. Narbona iba a ser nuestra última parada, antes de llegar a Barcelona, pero la ciudad decidió recibirnos con lluvia así que tras comer y puesto que ambas teníamos que trabajar al día siguiente ya que no teníamos puente en nuestros respectivos trabajos, nos volvimos directas a casa.

Si Carcassonne está en vuestra lista de escapadas o próximos viajes os comentaré que existen diversas maneras para ahorrarse algún euro a la hora de visitar la zona.

En primer lugar y si estáis interesados en visitar más de un castillo, museo o abadía existe el Pasaporte del País Cátaro con el cual obtendrás un descuento de 1 euro en cada lugar que visites después de la primera visita. Aquí obtendrás más información sobre ello. 

Sin embargo hay algo importante que tenéis que tener en cuenta. Cada primer domingo de mes las entradas son gratuitas no sólo para visitar el Castillo de Carcassonne sino también del resto de la zona así que si os interesa hacer ruta por los llamados Castillos Cátaros  y tenéis todos los fines de semana libres, os podéis ahorrar algo de dinero haciendo coincidir la visita con dichas fechas.

Espero que os sea útil mi experiencia y si vais o habéis ido no dudéis en comentar.

¡Buenas Rutas y sigamos descubriendo rincones maravillosos!