Escrito por: Pepa Astillero.

A media tarde llegué al aeropuerto Internacional de Tan Son Nhat (Ho Chi Minh). Durante 6 kms seguimos una hilera de coches, casi parados, hasta llegar al centro.

Ho Chi Minh (Saigón)

Motos, motos, motos, bicicletas, coches, ruido… conforman el paisaje urbano de la ciudad. Ho Chi Minh es una ciudad atascada con semáforos para hacer bonito y pasos de cebra que no cumplen su función. La religiosidad está presente en cualquier lugar con ofrendas diarias en pequeños altares caseros. Me cautivó.

Recorrimos las estrechas callejuelas del casco antiguo. Tiendas, restaurantes, bares, salones de masajes, hostales, agencias de viajes… En una gran plaza, repleta de luces de neón, había un festival de música. Bailarinas y cantantes subían y bajaban del escenario.

Visitamos la oficina Central de Correos, la Basílica de Notre-Dame… Se celebraba una boda. Los invitados iban opulentamente vestidos.

Probamos la comida vietnamita en los puestos callejeros. Tomamos el excelente café del país. Vivimos de primera mano el ambiente nocturno. Nuestro hotel estaba en la calle Pham Ngu Lao.

Túneles de Cu Chi

Mis altas expectativas por conocer los túneles quedaron un poco desvanecidas por la realidad presente. Me recordaba un parque temático. En ningún momento olvidé los atroces acontecimientos históricos ocurridos en este lugar.

Delta del Mekong

El Delta en sí, es un encantador mercado flotante. Vendedores y compradores se mueven en barcazas con todo tipo de productos. Es fascinante verlos. No paran. Te hacen sentir viva. Pasamos la noche en una lejana aldea.

Por la mañana, en un bote, nos adentramos en la selva a través de sus canales. Llegamos al pequeño pueblo florido de Sa Dec. Visitamos la casa del protagonista de la novela “El Amante” de Marguerite Duras. Nos invitaron a un buenísimo café vietnamita. En bici recorrimos sus coloridos invernaderos de rosas.

Da Nang

Da Nang es una ciudad costera. Visitamos alguna pagoda y la curiosa estatua de Lady Buddha de casi 70m de altura…

Por carretera llegamos a los cinco montes que forman las  Montañas de Mármol de Vietnam. Cruzamos la cordillera por el Paso de las Nubes. Tenía muchas curvas pero sus vistas eran espectaculares. En las playas todavía se pueden ver restos de la guerra. La lluvia nos acompañó en el trayecto.

Hoi An

Farolillos por todos lados en esta ciudad bulliciosa, llena de vida. Vendedores ambulantes con sus cestas colgantes. Fogones callejeros donde se cocinan grandes ollas. Nadie come solo. Calles abarrotadas de productos amontonados en el suelo. Mercados para los locales y turistas.

Hoi An posee un bellísimo y cosmopolita casco antiguo con construcciones de estilos y culturas diversas. Preciosos cafés con buenísima pastelería. Coloridas telas expuestas en los aparadores. En 24 horas te hacen un elegante vestido.

Era el Año Nuevo Vietnamita. Me invitaron a celebrarlo con cerveza caliente con cubitos, música, baile… en un local popular cerca del río.

Hue

Día lluvioso y frío para visitarla y perderse en la Ciudadela. Un guía vietnamita, con acento cubano, nos explicó la historia de la Ciudad Imperial, de las Tumbas Imperiales… Navegamos  por el río Perfume y visitamos algunas pagodas, mercados… Comimos en un bonito restaurante una exquisita comida fusión vietnamita francesa. La chimenea encendida y la canción de Edith Piaf: “La vie en Rose”

Hanoi

Me gustan las ciudades asiáticas. Acostumbrarme a sobrevivir en el caos lo encuentro emocionante. Hanoi superó todas mis expectativas. Callejeábamos hasta quedar extenuadas. Las estrechas calles de su casco antiguo estaban ordenadas por oficios y por especialidades de tiendas. Los centenares de productos exhibidos invadían la calzada sin dejar apenas sitio para pasar. La gente se amontonaba en las aceras. Compartían pequeñas mesitas sentados en pequeñísimos taburetes. Los rollitos de primavera se preparaban en la calle. Se vive, se cocina, se come en el exterior. En un restaurante anunciaban perro para comer.

Visitamos el Mausoleo y la casa de Ho Chi Minh, el Templo de la Literatura, el barrio colonial francés, la Pagoda del Pilar Único. Asistimos al espectáculo de marionetas en el agua. Navegamos por el lago Hoan Kiem. En un triciclo recorrimos la parte nueva de la ciudad…

Bahía de Halong

No existen fotos, ni vídeos, ni imágenes… que puedan reflejar la belleza de este lugar. Me cuesta encontrar palabras para explicar la emoción que sentí. ¡Qué afortunada me sentía de poder estar aquí y verlo con mis propios ojos¡

Sa Pa

Salimos de Hanoi en tren cama nocturno hasta Lao Caí. Un taxi nos subió a la ciudad montañosa de Sa Pa. Un paisaje de tupido bosque nos acompañó en el trayecto. Hacía frío.

Una vez a la semana bajan al mercado las diferentes etnias que viven en las montañas. Fuimos a conocerlo. No estaba muy concurrido porque celebraban el Año Nuevo Vietnamita en sus casas con la familia.

Hicimos un trekking por las montañas. Vimos los impresionantes arrozales en terrazas. Dos mujeres Hmong nos acompañaron en todo el recorrido. Cuando llegamos a su aldea nos obsequiaron con un sabroso té.

Nos explicaron lo duro que es trabajar en los arrozales. Las máquinas no pueden subir a las terrazas. Se hace todo a mano. La gente joven no quiere hacer este trabajo. Creen que se perderá esta tradición.

Vietnam es un maravilloso país con bellísimos paisajes. Me gustó su gente, su comida, sus costumbres… Todo.

Volví a Hanoi para seguir mi viaje a Laos.

Y tú, ¿quieres ser también nuestra amiga nómada? Aquí te contamos cómo. ¡Anímate!