Escrito por: Isela Carrasco.

Para una mujer el mundo cambia cuando ella comienza a cambiar. Y cuando eso pasa, todo el mundo se convierte en su hogar.

Viajar es una de las experiencias más enriquecedoras de la existencia. Es fundirse con el mundo, con su gente y con todo lo que existe. Es una forma de conectarse con el todo y la nada al mismo tiempo.

Mi primer viaje lo hice cuando tenía 19 años y pasó todo junto. Subirme por primera vez a un avión, moverme sola, vivir en un lugar extraño con nuevas personas y ser la extranjera, la “rara” en cada lugar que me paraba. Mi color de piel me delataba, mi forma de hablar, el negro intenso de mis ojos poco común para la parte del mundo donde me encontraba. Sudamérica, específicamente en Río Cuarto en la provincia de Córdoba en Argentina.

Tenía ganas de vivir el mundo con mis propios sentidos más allá de lo que decían los medios de comunicación y de lo que me habían podido contar otras personas. Quería descubrirlo yo, quería comerme el mundo y viajar acompañada de mi misma para saber qué era capaz de hacer o resolver yo sola. Así que, con toda la determinación luché por ese sueño y postulé a una beca de movilidad internacional en la universidad y ¡la logré!

6 meses viví en otro país y cada día era un comienzo, un fin y otro comienzo al mismo tiempo. Todo pasaba tan rápido que había días que no era capaz de comprenderlo todo y además de eso, estudiar. ¡No sé cómo pude!

Cometí errores, tomé malas decisiones, me asusté, sufrí y extrañé. También, amé, aprendí, descubrí y viví con todos mis sentidos. La mezcla dual era una rica experiencia que a cada momento me recordaba que no soy una piedra, sino que estoy viva, siempre, todo el tiempo, aunque a veces parece que lo olvidamos.

En ese viaje comenzó la mejor cita que he tenido en la vida, conmigo misma. Porque tuve el tiempo de conocerme, de guardar silencio, de preguntarme, de pensar, de tomar decisiones y de volver a empezar siempre que tuviera que hacerlo. Aprendí a quererme y a confiar en mí y en el mundo.

Lo vivido me dejó sabiduría que los años posteriores he agradecido porque, sin todo lo vivido no podría haber viajado segura en mis siguientes destinos dentro de México y fuera de el.

Haber nacido y vivido en un entorno violento como México sin duda es una ventaja porque siempre estás alerta y presentas dudas en estándares normales que te pueden ayudar a prevenir. Es importante estudiar previamente el lugar hacía donde viajas con datos básicos como los índices de violencia e inseguridad que puedes saberlo explorando algunos sitios web de medios de comunicación locales. Las primeras planas o portadas siempre te pueden dar una idea de qué es lo que pasa en el lugar o es más común en el día a día.

Hacer un plan de emergencias es fundamental para estar preparada ante cualquier evento. Hay que investigar instituciones y formas de contacto con éstas que puedan brindarte ayuda en caso de necesitarla.

Tener un contacto local vinculado a la actividad que vas a realizar en el viaje también es de mucha ayuda. Por ejemplo, yo que estaba por un viaje universitario, me vinculaba con grupos de estudiantes de la universidad delimitando por mi área de estudio, así por lo menos, tendríamos cosas en común que pudieran facilitar el vínculo. La visión y opinión local es fundamental para mi porque me puede guiar y ampliar más la información que necesito más allá de lo que pueda encontrar en la web. Así puedo encontrar lugares seguros y económicos que sólo la gente local conoce.

Observar y escuchar es imprescindible. Desde el primer contacto con el destino hay que detectar dos cosas básicas. La primera, las frases más comunes con la que las personas del lugar se comunican, registrarlas en nuestro cerebro para facilitar el contacto posterior con personas locales. La segunda, observar las formas de relacionarse, si se dan la mano, si saludan de beso, cuántos besos, si mantienen distancia, o cualquier detalle que facilite y haga común en su cultura el primer contacto. Yo busco y encuentro esta información generalmente en alguna tienda o restaurante donde hay varias personas y se dan estas situaciones cotidianamente.

Un mapa y puntos básicos claves. Las distancias promedio, transporte y zonas “seguras” por las que podría optar si me encuentro sola.

Consultar varias opiniones. Esto tiene que ver con una pequeña desconfianza saludable que te puede ayudar a prevenir situaciones de vulnerabilidad o de riesgo. Si por ejemplo vas a preguntar el costo de un taxi pregunta a dos o tres para hacer un muestreo y puedas elegir la mejor opción y la que más te convenga.

Hasta que no estés segura de que conoces el entorno ¡no te arriesgues!, quédate cerca de personas que conozcan más del lugar y que te puedan orientar para mantenerte a salvo.

Habla claro y utiliza muchos gestos y sinónimos. Esto me ayuda a explicar mejor mi mensaje e incluso si es muy complicado o es en otro idioma siempre llevo conmigo un cuaderno pequeño y un bolígrafo para hacer dibujos y podamos comunicarnos, ¡eso nunca falla!, además, es muy divertido porque las personas sonríen cuando haces dibujos y todo está menos tenso.

Sé siempre sincera y confía en las personas, si vibras amor, paz y buenos deseos, estoy segura de que ese tipo de personas te vas a encontrar en tu viaje. El mundo es bueno, sólo hay que tener un poco de paciencia para encontrarlo así y vivirlo desde ese lado.

Mantener siempre el contacto es fundamental, avisar que ya llegaste, que estás bien. Designa un monitor que esté pendiente de ti y acuerden previamente el modus operandus del viaje para que estén siempre comunicados y sepan cómo actuar ante una emergencia.

Relájate y respira. Si te sientes nerviosa tu cuerpo se encargará de demostrarlo y te puede jugar una mala pasada. A veces se nos olvida ponerle atención a una actividad que nuestro cuerpo está haciendo todo el tiempo y que nos permite aquietar la mente. Respirar.

Básicamente esos son los principios fundamentales que me dejó mi primera experiencia viajando. Con el tiempo, los he ido mejorando e incorporando otros nuevos. No voy a mentir diciendo que todos mis viajes han sido maravillosos y seguros. He experimentado algunas situaciones de riesgo como robos o expresiones de violencia como intimidación y acoso callejero, pero, que con confianza y sabiduría y una buena resolución de conflictos saqué adelante.

Recuerda que no se puede estar completamente segura pero sí podemos reducir el nivel de inseguridad y prevenir situaciones de vulnerabilidad y peligro.

Aún con miedo atrévete a viajar y date la oportunidad de demostrarte a ti misma que eres capaz de hacer frente y resolver cualquier reto que la vida te ponga en frente.

Confía en ti.

Y ahora os presentamos a la autora de este post para que la conozcáis un poquito más:

Soy una mujer soñadora y nada conformista. Creadora de mi propio destino.

Me gusta descubrir el mundo por mí misma y no como lo plantean los medios de comunicación ni las demás personas. Me gusta sentir, observar, oler, saborear, escuchar, sorprenderme y generar mi propia opinión.

Ser mujer es la magia en sí misma. No me imagino en otro cuerpo, ni de otra forma. Ser mujer es sin duda mi mayor virtud y mi mayor reto.

Me gusta comunicar, por eso soy periodista.

Me gusta perderme porque aún tengo tiempo para encontrarme. Para seguirme conociendo y, sobre todo, hacer de mi vida lo mejor de ella. Pues es lo único que tengo.

Me considero una mujer pacifista de las que viven en paz, he aprendido a elegir la paz en lugar de la violencia. Hago de ella mi día a día y más aún en los momentos difíciles.

Soy una periodista de paz. Comunico para y desde la Paz. Estoy convencida de que un mundo distinto es posible.

Si quieres seguir los pasos a Isela Carrasco y conocerla más, puedes visitar su blog en iselacarrasco.wordpress.com.

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