Escrito por: Lis Espinoza.
Visitar Venezuela, es encontrar fantásticos y encantadores lugares para disfrutar, es un país de una gran variedad y diversidad, tanto en su flora como en su fauna, por la pluralidad de su geografía, posee paisajes y climas de enorme contraste, es uno de los países caribeños más completo que puedas encontrar en Suramérica.
Mérida, Nueva Esparta, Falcón y especialmente Guayana con su Gran Sabana, son los estados más famosos, poseen atracciones turísticas naturales, que han llamado la atención de propios y extranjeros durante muchos años.
Hoy visitaremos un lugar diferente, Monagas, uno de los estados orientales venezolanos, donde podrás encontrar diversas atracciones, dignas de ser visitadas en tu recorrido por Venezuela. En la capital, Maturín, se encuentra una de las iglesias más grandes y adornadas del país, y la segunda más alta de toda Latinoamérica, como lo es la Catedral Nuestra Señora Del Carmen.
Si quieres disfrutar de algún evento cultural propio de la región, puedes informarte en la Casa de la Cultura, si hay alguno programado durante tu visita, solo un par de cuadras más adelante de la misma catedral, por el lado de la Avenida Bolívar.
El centro de Maturín, es relativamente pequeño, comparado con los de las grandes ciudades, cuyo desarrollo económico fue detenido en el tiempo, por la difícil situación política que atraviesa el país, pero igual pudieras encontrar cosas muy interesantes, y que con la devaluación tan fuerte de la moneda, te resultaran una ganga. Eso sí, ten cuidado con los carteristas, y de mostrar algún objeto de valor en público, pues la tensa situación sufrida en esta nación, ha elevado los niveles de delincuencia, aunque puedes transitar sin problemas, sin llamar mucho la atención, como lo hacen los habitantes de esta ciudad.
En cuanto a la gastronomía , como en toda Venezuela, la reina de la cocina en los hogares venezolanos es la arepa, ahora muy conocida a nivel mundial (y aunque enfrentan serios problemas de desabastecimiento, muchos encuentran formas de surtirse); la cachapa con queso de mano o telita, acompañada de carne asada o cerdo es otro plato muy típico de la zona, aunque las conocidas como burreras están vía Costo Arriba o el Zamuro.
Los dulces en almíbar; la torta de piña (tradicional en todo el país especialmente en diciembre), las cocadas y una de mis bebidas favoritas el carato de mango (en temporada), preparada a base de mango verde sancochado, son otras de las delicias que se pueden disfrutar, estos, y el conocido sancocho de Guaraguara, son algunos de los platillos propios de la región.
También se habla de la cabeza de ternera horneada, acompañada del casabe monaguense, aunque es un plato que yo, como nativa de esta región, no he tenido el placer de degustar, está en mi lista de tareas pendientes.
Pero si lo tuyo es la naturaleza, y el aire libre, las poblaciones cercanas a la cuidad podrán llenar esas expectativas, como por ejemplo Caripe, pueblo ubicado al norte del Estado Monagas, y a unas 2 horas de su capital, al cual se tiene acceso por carretera, es conocido como “El Jardín del Oriente Venezolano”.
He visitado esta población en tantas oportunidades desde niña, que ya perdí la cuenta, pues además de hallarse relativamente cerca de mí cuidad de origen, Maturín, me resulta encantadora, con sus paisajes y hermosos chalets.
El contraste entre el clima de este hermoso pueblito y Maturín, se siente delicioso, su vegetación hermosa y abundantemente verde, su dulcería criolla, como las famosas fresas con crema del Rincón de Walter, dulces de leche y coscorrones; al igual que los lugares de interés turístico, te invitan a volver siempre.
Sé que estoy en suelo caripeño, porque además de sentir el fresco clima en mi piel, por el enorme monumento de un guácharo que adorna su entrada. Este pequeño y pintoresco pueblito monaguense, ofrece paisajes naturales extraordinarios, propios de un clima tan fresco como el que brinda; su más conocida atracción turística es la cueva de Guácharo, cuyo nombre completo es Parque Nacional el Guácharo.
Aquí podrás realizar recorridos turísticos guiados dentro de la cueva, y a sus alrededores, donde te contaran su historia y división, encontrándote no solo guacharos, las aves nocturnas a las que debe su nombre, sino también murciélagos y otras pequeñas criaturas que habitan el lugar.
Posee formaciones de columnas de estalactitas y estalagmitas que han desarrollado hermosas y abrillantadas figuras con el paso de los años, cabe destacar que no está permitido usar cámaras dentro de la cueva, sino con permisos especiales para estudios, ya que perturban a los guacharos.
Eso sí, debes estar muy preparado, porque aunque ha sido acondicionada para el recorrido de turistas, no deja de ser una cueva al fin y al cabo, tiene superficies irregulares y resbaladizas, por ello, es recomendable que uses el calzado adecuado como botas de montaña, y cubras tus piernas, si te es posible con vaqueros. Mi madre llego a tener la mala experiencia de resbalar por no llevar el calzado adecuado, lastimándose su rodilla.
Las alternativas alrededor también resultan interesantes, como lanzarte en parapente desde el mirador; o los pequeños riachuelos que corren por sus alrededores, desde el interior de la cueva se puede ver el rio que nace y rodea las cercanías del lugar, y como es de esperarse de aguas como sacadas del refrigerador.
La belleza de estos ríos, rodeada de una espesa y frondosa vegetación, lo hace lucir como un hermoso mini edén, si eres de los valientes capaces de bañarse en sus frías aguas, entonces eres de mi equipo.
Un poco más allá, en la vía Sabana de Piedra, encontré una hermosa cascada de unos 90 metros de altura, conocida como Chorrerón, oculta detrás de varias montañas, y tras casi 3 horas de camino, por lo menos para mi grupo y para mí; muestra una bella y sencilla imagen de lo que te puede dar generosamente la naturaleza.
Podrás encontrar una descripción más detalladas y personal de esta y algunas otras experiencias de viajera en mi blog: chelyambiente.wordpress.com, que muy pronto será página web (proyecto en desarrollo RS&S).
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