Escrito por: Marie Céline.
Empecé a viajar por viajar cuando me saqué el carnet de moto hace 13 años. La moto me permitía, sin necesariamente ir muy lejos, descubrir bellas carreteras, bellos paisajes, y también era un medio para relacionarse con la gente, ya que siempre hay alguien que te va a preguntar de dónde vienes, adónde vas; y cuando te encuentras con otr@s moter@s, acabas pasando veladas charlando de motos pero también de muchas otras cosas, conociendo gente y compartiendo puntos de vista y opiniones, y descubriendo otras culturas.
Para viajar no hace falta ir muy lejos, tenemos sitios bellos y gente diferente cerca de nosotros.
Con la moto recorrí buena parte de España y de Francia, y un poco de Europa en 2013 y 2014.
Quiero dedicar este post a un país del que me enamoré hace 21 años (madre mía me siento mayor al escribir esto): había estado en Irlanda tres veces para estudiar el idioma y me había prometido volver. A pesar de una larga separación (16 años), me volvió a acoger de la mejor manera para una ocasión muy especial en 2013, mi viaje de novios.
Estaba enamorada de Irlanda y quería que mi marido compartiera conmigo este sentimiento. Así que tras una larga preparación, allá nos fuimos con las motos en julio del 2013.
La primera semana estuvimos en el Connemara. Coincidió con una ola de calor, ni una gota de agua y un sol resplandeciente. Y la misma gente tan acogedora como la había dejado 16 años atrás… Irlanda enamora por sus paisajes, sí, pero sobre todo por su gente. Hablar un tanto de inglés es lo ideal para descubrir y compartir y aprovechar al máximo la esencia del país.
Nuestra semana la pasamos haciendo rutas en moto por carreteras semi-desiertas, sitios muy preservados, con lagos, mar, montañas de terciopelo, acantilados, sin cruzar con nadie en kilómetros, solo ovejas, y encontramos paz en el silencio, en el murmullo del agua del lago o del mar, y en el sonido de la brisa en la landa de hierbas o brezal.
Disfrutamos de las motos como nunca, a pesar de las carreteras no siempre en el mejor estado y tampoco teniendo motos para este tipo de carreteras.
Salíamos por la mañana, con ruta medio definida, sin miedo a perdernos, con todo el tiempo del mundo (anochecía después de las 11 de la noche), parábamos cada vez que “veíamos una foto” (y habían muchas!), y volvíamos cuando nos apetecía. Las vacaciones como siempre las soñé.
La segunda semana nos fuimos a Armoy, en Irlanda del Norte. El objetivo primero de esta semana era ver nuestra primera “Road Race”, carrera de motos que se corre en carretera cerrada, entre setos, árboles y casas. Nos enamoramos también, de la velocidad, de la proximidad, del ambiente tan amigable, y por la pasión que transmiten los pilotos cuando te hablan de ello. Nos lo pasamos en grande.
También pudimos visitar “The Giant’s Causeway” en la costa, que tiene paisajes increíbles a los que tendremos que dedicar más tiempo en una próxima visita.
Dice la leyenda; que un Gigante llamado Finn MacCool, no muy grande y muy simpático, vivía en la costa. En la costa escocesa enfrente vivía otro gigante mucho más grande llamado Benandonner. Decidieron encontrarse para hacer una competición y ver cuál era más fuerte. Entonces Finn MacCool empezó a construir un paso de piedras para llegar hasta Escocia. Pero era tan agotador el trabajo que se quedó dormido. Temprano a la mañana siguiente su mujer Oonagh encontró a Finn dormido, y vio que su rival estaba llegando a pasos agigantados, y era tan grande que su marido no podría rivalizar, así que lo cubrió con una “mantita” y un “gorrito” de dormir. Al llegar Benandonner preguntó “Dónde está Finn? Dónde está el cobarde?” “Shhhh”-contestó Oonagh señalando la manta… “Vas a despertar al bebé!”. Entonces Benandonner se asustó, porque si el bebé era tan grande, cómo sería el padre?! Y huyó despavorido sin ganas de comprobarlo, corriendo y destruyendo el resto del paso recién construido en su huida.
La tercera semana nos fuimos a Killarney (Kerry). Lugar muy turístico, pero igual que el Connemara es un paraíso para los moteros, pero también para los amantes de las excursiones andando: con montañas (las más altas de Irlanda, algo más de 1000m), lagos hasta perderse de vista, a dos pasos de acantilados de terciopelo zambulléndose en el océano.
Para descubrir la esencia de Irlanda, su gente, no dudéis en frecuentar los Pubs, no hay obligación de emborracharse jajaja… aunque algunos cuentan que ayuda a practicar idiomas. De día o de noche: siempre habrá alguien para hablar con vosotr@s. Así acabamos en Killarney charlando toda la noche con un señor, compartiendo puntos de vista y experiencias (fue la charla más larga del viaje… ¡pero no la única!).
Llegó la hora de volver, y no queríamos. Habíamos pasado 3 semanas de felicidad en estado puro. Mi marido se había enamorado de Irlanda también, y yo me había vuelto a enamorar.
Tan fuerte fue el doble flechazo que menos de 2 años después, estamos viviendo en Irlanda.
Irlanda Práctico:
- Vuelos directos con Vueling, Iberia/British Airways y AerLingus como mínimo, desde unos cuantos aeropuertos españoles hasta Dublin o Cork (hay menos oferta en temporada baja).
- Con vehículos, nosotros llegamos en ferry con las motos desde Cherburgo (Normandía- Francia). Hay varias líneas de ferry desde Bretaña también (Roscoff), son entre 12 y 14 horas de viaje (en general por la noche). Si prevéis esta opción, pensar en el tiempo para llegar hasta los ferris en Francia desde España. También existe un ferry desde Santander a la costa inglesa, que después se puede enlazar con otro ferry hacia Irlanda (nunca lo hemos hecho por ahora).
- Se pueden alquilar coches, más práctico si lo que queréis es ver naturaleza, ya que el transporte público, principalmente bus, no llega a todas partes, aunque sí a los sitios más turísticos. Habrá que acostumbrarse a conducir con el volante a la derecha.
- Gran oferta de alojamientos de diferentes tipos según presupuesto y gustos: para pocos días el Bed&Breakfast es una buena opción para estar en contacto con la gente. Hay también albergues, campings con bungalows, y hoteles claro. Nosotros las 2 primeras semanas que fueron completas estuvimos en casas de alquiler a la semana (self catering apartments). La tercera en B&Bs.
- Nosotros tuvimos suerte con el tiempo, pero no es una leyenda, en Irlanda llueve. Aun así, suele más bien llover pequeños chaparrones varias veces al día y entremedio hay un sol espléndido. La mejor temporada para visitar es de junio a septiembre. Prever paraguas y ropa de abrigo impermeable, y saber que cuando llueve, siempre hay un pub cerca donde refugiarse.
Si quieres seguir los pasos a Marie Céline y conocerla más, puedes visitar su blog en www.maricelenmoto.midisen.com.
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