MOCHITRIP 2.0 EN OSLO (NORUEGA) -Febrero 2015-

Esta Mochitrip nació a raíz de un: ¡Quiero ir a Oslo!… ¿Quién se apunta?

Y es que así surgen las cosas entre nosotras, una encuentra un oferta de un vuelo económico, o le apetece visitar un lugar, lo comenta con las demás y ¡allá vamos!

Lo que empezó siendo una de nosotras camino de Oslo, terminó con diez viajeras inquietas volando desde diferentes puntos de España hacia Noruega. ¡Nos encanta el movimiento!

Los preparativos se iban haciendo entre todas con fluidez, unas miraban información sobre Oslo y sus lugares de interés, otras buscaban en Couchsurfing a alguien dispuesto/a a alojarnos esos días y vivir Oslo de la forma más auténtica y cercana posible, otras iban haciendo listas de comida y ropa que llevar… todas demostramos que juntas formamos un gran equipo que nos permite conocer mundo de la forma más económica y real posible… ¡Y juntas es siempre una garantía de que el viaje será muy auténtico!

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Mujeres de recursos mentales, decididas, inquietas y, a la vez, amantes de compartir experiencias. Somos muy independientes, respetamos el espacio de cada una. Cuando, por ejemplo, vamos en un mismo avión/tren/autobús cada una va en una punta sentada, disfrutando el camino, de nuestras propias sensaciones en movimiento. ¡Juntas y en grupo, sí, pero totalmente independientes! Y es que esta forma de viajar engancha, tal vez sea porque se hace de la comunicación y el respeto algo tan grande que el equilibrio entre el grupo y lo individual es siempre constante… ¿cómo no van a fluir así los viajes, las rutas, las conversaciones, los planes, el compartir experiencias y, cómo no…, también compartir confidencias? ¡Éxito asegurado!

Somos la felicidad de la soledad compartida. Somos fichas individuales en este tablero de la vida, unidas por el mismo sentir y la misma pasión por descubrir el mundo: ¡100% almas nómadas!

Entre nosotras estamos en contacto constante gracias a la tecnología y es fácil organizar: una busca, la otra encuentra, otra dice, la otra hace y casi sin darnos cuenta ya teníamos los días medio organizados. Aunque no todo, para ver qué lugares exactos visitaríamos queríamos hablar antes con nuestros hosters (anfitriones) y que fuesen ellos quienes nos asesoraran de primera mano sobre qué sitios eran los más ideales para visitar esos días. Oslo es una ciudad encantadora, no es muy grande, tiene mucha vida, cosas que ver y actividades que hacer… Nosotras teníamos cuatro días para descubrir Oslo y todas queríamos conocer su «esencia».

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El punto de encuentro fue la Estación Central de Oslo, concretamente en la estatua del tigre que hay al salir. Escogimos este lugar porque volábamos desde diferentes puntos de España y, también, a diferentes horas.  Allí hubo reencuentros con algunas de las que asistieron a la Mochitrip 1.0, y también había caras nuevas. Todas fundidas en un gran abrazo, sonrientes y con ganas de explorar el aire fresco (¡muy fresco!) de Oslo en febrero, ¡subidón máximo!

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En ese mismo lugar también nos encontramos con nuestros hosters: Tor Erik y Robert, una pareja noruega encantadora, amigos de una de nuestras nómadas, y Lluís, un catalán que vivía en Oslo hacia 8 años… ¡nuestro ángel de Oslo! Sí, nuestro ángel, porque en el último momento otro hoster con intenciones no muy sinceras, nos dejó colgadas… Pero nuestro ángel Lluís, acogió encantado en su humilde casa a las tres viajeras que se quedaron a última hora sin un lugar donde dormir, formando una fantástica comuna en su salón, con sacos de dormir sobre la moqueta y creando el mejor ambiente jamás imaginable ¡Eternamente agradecidas Lluís, eres el espíritu de Couchsurfing en persona!

La mejor forma de moverse por Oslo es en transporte público, es muy variado: metro, tren, tranvía, autobús… Es la opción más económica y sensata, ya que alquilar un vehículo allí es caro y, si no tienes costumbre de conducir con nieve, puede que te cree un poco de tensión… La carretera, aunque suele estar limpia porque retiran la nieve con frecuencia, también cuenta con placas de hielo en zonas menos transitadas, oscurece muy pronto y nieva muy a menudo en invierno. Además, el transporte público te permite disfrutar del paisaje de una forma tranquila e interactuar con locales y puedes llegar a conocer gente muy maja e interesante.

Existen diferentes billetes o tarjetas de transporte:

  • Oslo pass (por días, si te interesa también visitar museos sale muy rentable). Se pueden adquirir en las oficinas de turismo, en las grandes estaciones, en hoteles y en algunas oficinas de correos.
  • Ticket de 1 día o de 1 semana (te da acceso ilimitado a toda la red de transporte público, incluso hasta los aeropuertos). Nosotras nos decidimos por el billete de un día y lo recomendamos porque sale muy muy rentable. Puedes adquirirlo en las mismas estaciones, en las máquinas del aeropuerto (en ambas puedes pagar con tarjeta). Nos comentaron que también se podían adquirir en supermercados tipo seven-eleven, pero nosotras las comprábamos en la Estación Central, en la tienda que tiene la marca «#»,  enfrente de la estatua del tigre.
  • Ticket o billete sencillo (un billete para un único trayecto). Es económico y recomendable si te hace buen tiempo y decides que puedes hacer la mayoría de recorridos a pie. Puedes adquirirlos en tiendas tipo seven-eleven y también en la tienda que te recomendábamos en el párrafo anterior.

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La primera noche, a nuestra llegada, fuimos todos juntos a cenar, viajeras y hosters. Desde el minuto uno se creó una complicidad increíble entre todo el grupo: no parábamos de hablar de viajes realizados y viajes con los que soñábamos, nos contaban anécdotas sobre Oslo, nos aconsejaban con infinita paciencia qué lugares visitar los próximos días y, por supuesto, nuestros maravillosos anfitriones se sumaron a explorar Oslo con diez mujeres inquietas y curiosas. Gracias a ellos fue una experiencia única e increíble.

A la mañana siguiente amanecimos en Oslo y todas quedamos fascinadas con las vistas. Al mirar por las ventanas de las casas de nuestros nuevos y viejos amigos, descubrimos paisajes blancos, banderas noruegas ondeando y sentimos que estábamos en Oslo. No, no estábamos soñando, era real: lo estábamos viviendo y era sencillamente genial.

Nos reunimos de nuevo todos en la estatua del tigre, en la Estación Central de Oslo, y desde allí comenzó nuestro recorrido caminando: fuimos hacia el Edificio de la Ópera, una increíble construcción con vistas espectaculares del fiordo.

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Caminamos también por los alrededores del Ayuntamiento y la fortaleza de Akershus, allí pudimos ver el cambio de guardia y unos enormes cañones de bronce… es un sitio muy tranquilo y espectacular, no sólo por la fortaleza en sí, por todo… el enclave es único y las vistas dan mucho juego a la hora de hacer fotos.

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Caminamos por la zona del Puerto de Oslo, y nos sorprendimos al ver que había un evento que consistía en batir un récord  de personas que se bañaban en pleno febrero en las gélidas aguas del mar. Alrededor de 300 personas, hombres y mujeres de todas las edades, se daban un chapuzón en el mar mientras nosotras impresionadas y admiradas por igual, bien equipadas con gorros y guantes, totalmente perplejas, los mirábamos realizar semejante proeza entre trozos de hielo flotando en el agua y unas temperaturas de bajo cero.

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Para comer fuimos a un supermercado, el presupuesto mochilero es lo que tiene… y, por otro lado, que Noruega es caro no es un mito. Pero somos chicas de recursos y siempre sabemos organizarnos para sacar partido… Así que compramos pan (bueno, y alguna cosilla más… los supermercados de otros países no te dejan indiferente, ya sabes) que combinamos con las provisiones que habíamos llevado desde España. Comimos sentadas en unos escalones del puerto mientras disfrutábamos del sol (¡hacía un día increíble!), de las magníficas vistas y, sobre todo, de las risas que siempre nos acompañan allá dónde vayamos.

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Después de comer fuimos a la parada del tranvía que nos llevo al Vigeland Park, situado al oeste del centro de Oslo ¡el parque de las 200 estatuas! Estas estatuas, del escultor noruego Gustav Vigeland, están repartidas por todo el parque. Son representaciones de acontecimientos de la vida cotidiana como: el nacimiento, la infancia, la adolescencia, el primer amor, la madurez, los hijos, la familia, la vejez y la muerte.

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Admiramos el gran bloque de granito central, el Monolitten (Monolito), 17 metros de altura y formado por 121 figuras humanas desnudas y entrelazadas… Y como en el fondo somos niñas y no lo negamos, pues también hicimos guerras de bolas de nieve y… ¡dale al play!

Visitamos también, a través de un lateral de Vigeland Park, un cementerio protestante, muy curioso y bonito. Subimos al tranvía de nuevo y nos dirigimos al centro de Oslo. Allí nos tomamos un merecido chocolate caliente para retomar fuerzas y entrar un poco en calor en un curioso lugar llamado Kulturhuset. Se puede traducir como casa de la cultura o algo parecido. Es un local «multi-espacio» en el que, además de disfrutar de un buen chocolate, café o cerveza, hacen mercadillos, exposiciones y cuenta también, con una sala de juegos interesante.

Después dimos un último paseo por el centro y, más tarde, nos fuimos cada una a cenar a sus respectivas casas con nuestros anfitriones. Esa noche cocinamos comida española y noruega. Uno de los menús fue: tortilla de patatas, ibéricos y sopa de salmón y bacalao fresco, regado todo con Rioja y ¡Aquavit! La combinación perfecta, sí… para desayunar al día siguiente… ¡ibuprofeno!

A la mañana siguiente, bien temprano, para aprovechar bien el día, nos fuimos en metro desde los respectivos puntos de Oslo, hacia Vestre Aker para ver con nuestros propios ojos, la plataforma de salto de esquí de Holmenkollen, el único del mundo construido con acero.

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Caminamos por la nieve, disfrutamos de las espectaculares vistas porque el día estaba muy despejado y pudimos disfrutar de un increíble paisaje de postal.

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También visitamos una iglesia típica noruega, toda de madera y con bonitas vidrieras de colores. Casualmente, estaban celebrando una misa en ese momento y nos llamó mucho la atención cómo las personas que asistían al evento iban vestidas y peinadas de forma tradicional.

Volvimos a la estación de metro de Holmenkollen y nos dirigimos al norte hacia Frognerseteren. Aquí fuimos a una pista de esquí, donde se puede bajar en trineo, esquiando, snowboard… Nosotras decidimos alquilar unos trineos allí mismo y, os aseguramos que a día de hoy, aun nos reímos del buen momento que pasamos ese día. Es una pista de 1.500 metros de bajada libre y a toda velocidad. Al final de la pista está la estación de metro de Midtstuen, donde puedes subir al metro con tu trineo hacia Frognerseteren de nuevo para volver a lanzarte todas las veces que quieras o tu cuerpo aguante.

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Fue curioso viajar en ese metro, todos íbamos equipados con ropa y utensilios de nieve, parecía que íbamos a las olimpiadas de invierno. Se puede llegar con la línea 1 de metro, está a media hora del centro de Oslo ¡No os lo podéis perder!

Por la tarde, durante ese día de risas y revolcones por la nieve, con algún que otro golpe contra un árbol y otros trineos, más o menos la mitad de nosotras decidimos ir a visitar la Galería Nacional de Oslo. Eso sí, antes nos tomamos un chocolate caliente en una cafetería cerca del museo. ¡Qué bien sienta el chocolate caliente en tierras nórdicas en invierno!

Si te gusta el arte, en la Galería Nacional de Oslo podrás encontrar una de las obras más conocidas de Edvard Munch «El Grito«. Existen cuatro versiones de este cuadro, la más conocida está en esta galería, otras dos las puedes encontrar en el Museo Munch, también en Oslo, y la cuarta versión pertenece a una colección particular. En la Galería Nacional de Oslo también podrás disfrutar de otras pinturas, dibujos, motivos, esbozos y esculturas. Nos resultó muy curiosa una pequeña zona donde encontramos dibujos de personajes de cuentos y leyendas noruegas, muy interesante, sin duda.

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La otra mitad se quedaron más rato con los trineos y después se acercaron al atardecer a Kringsja Lake que estaba helado y se podía andar perfectamente sobre sus aguas (mil gracias a nuestra amiga Marta por recomendarnos este lugar). Esa noche hubo auroras tenúes en Oslo y, aunque nos pareció ver algo, no podemos decir que vimos las luces del Norte, ya nos gustaría. Eso sí, tanto el lugar como la experiencia fueron increíbles. 

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Después de ese último día, que fue muy intenso, nos volvimos a encontrar en el «sitio de siempre»: la estatua del tigre. Nos despedimos y algunas se volvieron a casa a descansar. Otras fueron a tomar unas cervezas a una típica taberna noruega, estuvimos brindando porque cuando nos juntamos, aunque no sean muchos días, siempre exprimimos y sacamos minutos extras a los días… ¡aprovechamos al máximo!

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A la mañana siguiente, ya volamos de regreso a España. Con el corazón lleno de alegría por lo vivido estos días y la retina repleta de imágenes entrañables, sabíamos que nos volveríamos a ver de nuevo, muy pronto… Querer es poder y… ¡Nosotras queremos!

Tusen takk (Muchas gracias) a Lluís, Tor Erik y a Robert porque, sin ellos, este viaje seguramente habría sido una gran experiencia, pero no habría sido tan espectacular. TAKK VENNER!  (¡GRACIAS AMIGOS!)

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Sigue las demás mochitrips y ¡únete a la próxima!