Escrito por: Lys Espinoza.

Colombia es un hermoso país, lleno de paisajes naturales y arquitectónicos deslumbrantes, además de gente cálida y amable que lo vuelve aún mas hermoso, donde encontré un tesoro escondido llamado Salamina, en Caldas. Di con él sin pensarlo ni buscarlo, como cosas de Dios o el destino, durante una feria efectuada en Manizales a la que llegué sin saber que era lo que estaba pasando allí.

Desde niña me ha gustado ver lo mejor de cada lugar, a Colombia siempre la he asociado con café, pues para mi es eso, el país que produce el mejor café del mundo, y cuando me enteré que Salamina es parte de paisaje cultural cafetero, fue tanta mi emoción que al día siguiente de saberlo, estaba rumbo a este pintoresco lugar.

Aquí me he encontrado con paisajes naturales tan hermosos como los de mi querida Venezuela, con el agregado de sus imponentes paisajes cafeteros, además de una tradición y sentido de pertenencia tan arraigados, que conservan pueblos enteros con construcciones de casi 200 años de antigüedad, Salamina es una digna representación de ese hecho.

Es una pequeña localidad, pero de enorme importancia, con tantos títulos que pareciera que no le cabe uno más, empezando con el de Madre de Pueblos, ya que de allí partieron los colonizadores antioqueños a fundar los pueblos vecinos, también se le conoce como Ciudad Luz, Cuna del  Paisaje Cultural Cafetero, Monumento Nacional, Bien de Interés Cultural de Carácter Nacional, declarada Patrimonio Universal de la Humanidad por la Unesco y forma parte de la Red de Pueblos Patrimonio de Colombia.

Conocer este sitio  fue casi mágico, quizás el hecho que lo recorriera de noche influyó mucho, pero fue muy romántico y  embelesante, me sentí en otra época, recordando todo aquello que me gusta en mis películas y libros de antaño favoritos.

Durante mi estancia en este apacible lugar me alojé en una agradable y rupestre posada en las cercanías del pueblo, la Finca Villa Hidalgo, otro tesoro escondido, porque para llegar a ella tienes que subir un pequeño sendero, no está a la vista de todo el mundo, lo que la hace ideal para escapar del mundo e internarte en un pequeño paraíso personal.

Está hecha, en su mayoría, de guadua y tiene una decoración exótica, con bar exterior e interior y discoteca incluida. Un ambiente así y buena compañía pueden resultar momentos memorables. Mis agradecimientos a Charles Valderrama y a su ayudante Nestor, la atención hacia sus huéspedes es inmejorable.

El turismo experiencial que ofrece esta posada fue lo que me llevó a recorrer las calles de la antigua ciudadela, también a la experiencia del café, donde pude recolectar, sembrar, procesar e incluso tostar café, llegando al final del proceso, degustar un café hecho de principio a fin por mi y no sólo sacarlo del paquete como hacemos siempre.

Realizar aquello que hubo antes de esa tan cotidiana taza de café, algo conocido y apetecido a nivel mundial, de verdad fue increíble, muy educativo, además de divertido, es una experiencia que todos los amantes de esta exquisita bebida deberían vivir, es fascinante.

Otra vivencia que me dejÓ mi alojamiento en esta simpática posada fue la visita al corregimiento de San Félix, con el Bosque de Palma de Cera más grande del mundo, donde tuve oportunidad de internarme en él, mientras el guía nos contaba la historia de la flora y fauna del paisaje que nos rodeaba.

 

Entre el 7 y el 8 de diciembre se celebra la noche del fuego, en honor a la Inmaculada Concepción, una tradición que imagino es deslumbrante. Espero para entonces, estar en primera fila para disfrutar del evento.

 

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