Escrito por: Gaby Carreira.

Cierro los ojos y me traslado. La última vez que estuve aquí sonaba Manu Chao, me cantaba: mentira, todo es mentira. Estas palabras me trasladan ahora a ese otro yo valiente, salvaje, dispuesto a arrojarse a sí mismo. Cierro los ojos más fuerte e ignoro el olor a cigarrillo en la mesa de al lado, me agarro a la melodía que me transporta al yo que se iba de viaje y me olvido de que ya volví, de que estoy sentada en el típico bar de un típico pueblo del país que expidió el pasaporte con el que ya recorrí varios continentes.

Me quiero decir que no tengo que omitir que estoy aquí ahora, me repito que esto era parte del trato: volver. Volver también es el viaje. Volver es, tal vez, la parte más importante del viaje. Es cuando integramos el mundo explorado en ese otro mundo que abandonamos cuando nos fuimos. Volver es aprender a ser el nuevo yo en el entorno de siempre.

Porque uno nunca vuelve el mismo de un viaje si se hizo bien, si se entregó a todo lo que envuelve una geografía diferente. Uno nunca vuelve el mismo de un viaje si se hizo bien, si se mimetizó con el entorno, si difuminó sus propios límites para formar parte del nuevo escenario. Uno nunca vuelve el mismo de un viaje porque este exige una adaptación al entorno y la adaptación deforma. El viaje transforma.

Atardecer en El Nido, Filipinas

Mi primer gran viaje en solitario

“The joy of life comes from our encounter with
new experiences”
Alexander Supertramp

Hace unos meses emprendí mi primer gran viaje en solitario, me lancé a la aventura de transitar sola por el Sudeste Asiático con el principal objetivo de arrojarme a mí misma. Esta vez el viaje quiso ser un acto de conciencia; quiso ser un ejercicio de autoconomiento; quiso ser un salto al abismo de la realidad de quien soy. No se trataba solo de una expedición geográfica, se trataba de descubrirme en la geografía.

Estuve preparándome para esta aventura durante bastante tiempo. Me senté sola en muchos rincones durante más de cinco meses. Me hice muchas preguntas, intenté adivinar alguna respuesta, quise aprender a atajar el golpe que da la realidad a veces. Durante cinco meses ensayé la soledad, ensayé la autonomía, ensayé la aventura, ensayé la incertidumbre, ensayé el tiempo.

Ahora he vuelto y, aunque he ensayado la vuelta en otras ocasiones, creo que nunca se está preparado y que no hay manera de atajar el choque de volver a un escenario conocido después de la vida en otros lugares.

Filipinas

Filipinas

La tragedia de volver

“We are never prepared for what we expect”
James A. Michener

No me quería poner dramática, pero me he dado cuenta de que volver es enfrentarse a una pequeña muerte: la muerte del yo que ya no es. Es una pequeña tragedia que implica asumir que una parte de nosotras ha muerto para dejar lugar a todo lo que hemos sido durante la vida en movimiento.

Para el que no lo ha vivido esto puede sonar banal o irrelevante, después de todo, una es. Y punto. Existimos, respiramos en todo momento, estamos siendo. Sin embargo, la realidad es que la vuelta está llena de vacíos, de contrastes, de confusión. Es el vacío del escenario del que ya no formamos parte en otra parte del mundo: el clima de allá, la gente de allá, los sabores de allá, la rutina de allá. Es el contraste de la nueva realidad: otras calles que no llevan a los mismos lugares, otras gentes que se rigen a un código diferente, otros horarios, otros sabores, otro aire. Es la confusión de chocarse con los límites del viejo yo queriendo ser el nuevo donde nunca fue aún.

Volver también es la pequeña tragedia de ser incomprendida. De no poder compartir pensamientos con quienes desconocen la realidad vivida. De sentirse desubicada a pesar de estar en casa. De sentirse sola a pesar de estar en familia. Volver es la catástrofe de no encontrarse en una misma.

Entonces aquí cabe insistir en que una se va de viaje, pero nunca vuelve. He ahí el drama. Vuelve otra versión de nosotras mismas, alguien que por fuera se parece a quien fuimos, pero por dentro es otro mundo, es un universo expandido, es todo lo vivido en el tiempo que se estuvo en esos otros lugares. Y aquí acaba el drama: ¡qué maravilloso ser tantas cosas nuevas!

En Tailandia

Volver es el proceso de aprenderse

“Real travel would be to see the world, for even
an instant, with other’s eyes”
Robyn Davidson

Volver es un proceso que se inicia en el momento de comprar el billete de vuelta y no acaba hasta que hemos entendido quiénes somos después del viaje. Hay que hacer el ejercicio de sentarse a explorarse y hacer espacio para acomodar lo aprendido, lo adquirido, la experiencia.

Me he dado cuenta de que lo más fácil siempre es intentar amoldarse al viejo yo, hacer las cosas que se hacían antes, conservando algo de la riqueza de la experiencia, pero olvidando lo más importante: el auténtico significado de la vida que descubrimos viajando.

La vida en la isla

Sucede que cuando estamos de viaje nos aventuramos a tomar decisiones locas, nos permitimos el mero placer de la existencia, confiamos en desconocidos, compartimos magníficos momentos con cualquiera que se cruza en nuestro camino y vamos renunciando a cada lugar que dejamos atrás sin gran dolor, conscientes de que siempre estamos de paso.

Más tarde volvemos y se nos olvida que tenemos la capacidad de vivir de esta manera tan ligera: empezamos a cuestionarnos todo otra vez, nos abruma la incertidumbre, nos ponemos en el peor de los casos, casi no hacemos nuevos amigos, no nos fiamos ni de nuestra sombra y cada pérdida nos duele como si nos arrancaran una pierna: un trabajo frustrado, el coche roto, una oportunidad que no pudo ser, el teléfono extraviado, etc.

Hay que hacer el ejercicio de darse cuenta de que a la vuelta, muchas veces, no estamos siendo quienes aprendimos a ser en el viaje y hay que rescatar a ese yo valiente, al que ve lo bueno en la gente, al que confía en que todo saldrá bien porque pondrá todo su esfuerzo en ello, al que sonríe a los desconocidos, al que se toma tiempo para disfrutar de los placeres pequeños, al que no se aferra demasiado a nada porque sabe que todo pasa, que todo se va igual que vino.

Volver es la parte más importante del viaje, es la verdadera muestra de valentía. Volver, si se hace bien, es el acto heróico de rescatar al yo que viaja y mantenerlo con vida aún en lo aburrido de una rutina en una geografía que no sorprende.

7 Comandos, El Nido

Volver es el proceso de aprenderse después del viaje y no dejarse ir.

Sobre mí: Pienso y escribo sobre la aventura de vivir en El futuro nunca existió que más que un blog es un proyecto de aprendizaje compartido. No sé muy bien a dónde voy, pero creo que lo averiguaré yendo. Si quieres, nos seguimos en Facebook  y empezamos por ahí.

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