Escrito por: Ester García.

¿Habéis tenido esa sensación de viajar a un lugar que teníais muchas ganas de conocer y que al final es aún más increíble de lo que imaginabais? ¡Así es Cuba!

Cuba para mí representa el encuentro con un país único, una combinación inimitable de alegría de vivir, historia, cultura, naturaleza, gastronomía, y mucho más. Además, para los amantes de la fotografía como yo, es un placer captar cada rincón con la cámara.

Autorretrato en el Malecón (La Habana)

Quiero compartir con vosotr@s la experiencia del recorrido por la isla, que hice junto a dos amigas viajeras durante 14 días. Mi primera recomendación es que, si podéis, vayáis durante un mes para poder recorrer la isla entera y saborear cada lugar, ya que yo llegué hasta la mitad aproximadamente y desde ahí tuve que volver.

Y el segundo consejo sería “pásenla bien”, esto fue lo que nos recomendó el primer cubano con el que hablamos, el taxista que nos recogió en el aeropuerto de La Habana. Se trata de una auténtica filosofía de vida para los cubanos, de los que tenemos mucho que aprender en muchos sentidos, siempre con nuestra obsesión de querer aprovechar al máximo el tiempo, en vez de disfrutarlo.

Palacio de la  Computación, Avda. Simón Bolívar (La Habana)

La Habana

La primera parada de nuestra ruta no puede ser otra que La Habana. Allí me enamoré de la ciudad más turística, colorida y alegre, pero también de la otra Habana menos conocida, más cotidiana y real.

Alojarnos en casas particulares fue todo un acierto, porque es la mejor forma de vivir más de cerca el día a día de los cubanos.

Podemos decir que pateamos bien la ciudad, no quisimos quedarnos sólo en la Habana Vieja, el Vedado o la Plaza de la Revolución, los sitios más visitados junto con el mítico Malecón. Por eso recorrimos también Centro Habana, con sus calles de casas viejas, la gente charlando en la calle, y algo que me llamó mucho la atención en Cuba, un gran lío de cables que van de una casa a otra, y que para mí representan esa forma tan particular de los cubanos de relacionarse, compartir y apoyarse entre ellos como una gran familia.

Centro Habana

La lista de lugares para visitar en La Habana es muy larga, pero yo os recomendaría que no os perdáis el atardecer desde la Fortaleza de San Carlos de la Cabaña; también una visita guiada al Jardín Botánico de la Quinta de los Molinos, con 200 años de historia, donde descubriréis muchas cosas curiosas sobre Cuba.

Y para seguir conociendo mejor la intensa historia de este país, es muy interesante ver la colección de arte cubano del Museo de Bellas Artes o recorrer el Cementerio de Cristobal Colón, donde descansan algunos de sus personajes más ilustres. 

Atardecer desde la Fortaleza de San Carlos de la Cabaña (La Habana)

Para salir de La Habana y recorrer la isla, optamos por un coche de alquiler. Las carreteras de Cuba no permiten precisamente correr mucho, pero con ciertas precauciones no resulta difícil moverse y te da mucha libertad, así que no dudéis en aventuraros por vuestra cuenta.

Viñales

Viñales fue el primer destino, un paraíso en la provincia de Pinar del Río, donde visitar el Parque Natural a caballo, las plantaciones de tabaco y de café, e integrarse en la forma de vida tranquila y tradicional de esta parte de la isla.

Asombrarse con los mogotes (formaciones montañosas típicas del valle), escuchar la música de fondo y beber tranquilamente una canchánchara (cóctel típico a base de aguardiente de caña) en la mecedora del porche, son algunas experiencias que vivir en Viñales y que permanecerán siempre en el recuerdo.

Viñales

Matanzas

Seguimos entonces nuestro camino hasta Matanzas, la llamada Atenas cubana, que está viviendo en los últimos años un proceso de renovación, como no vi en ninguna otra ciudad de la isla. Se aprecia un gran esfuerzo por recuperar el patrimonio arquitectónico, por devolverle su antigua gloria a un lugar que estuvo al frente de la cultura cubana con sus teatros y salas de conciertos.

Además, Matanzas fue cuna del danzón y la rumba, dos estilos fundamentales de la música cubana. Como curiosidad, todas las calles se identifican con números, aunque los habitantes continúan usando los viejos nombres coloniales. 

Matanzas

Y entre toda esta riqueza cultural, los dos sitios que más llamaron mi atención. Por un lado, el Museo Farmacéutico, una antigua farmacia creada a finales del s.XIX y la primera de su clase en América Latina, repleta de objetos curiosos y todo ello explicado por una estupenda guía.

Y por otro, Ediciones Vigía, en la plaza del mismo nombre, una singular editorial fundada hace más de 30 años que produce libros de manera artesanal y cuyo taller se puede visitar y comprar bellos ejemplares numerados. A pocos kilómetros de Matanzas, podéis hacer también una escapada a las playas de Varadero y daros un relajante baño en sus aguas de azul cristalino antes de continuar. 

Cienfuegos

Siguiendo la ruta, nuestra siguiente parada es Cienfuegos, la Perla del Sur.

Su centro histórico fue declarado Patrimonio Cultural de la Humanidad, con sus edificios de porte clásico y elegante, inspirados en la Francia neoclásica del S.XIX.

Además de por su marcado carácter cultural y su ambiente marítimo, la ciudad también es famosa por el cantante Benny Moré, nacido en esta provincia y un referente de la música cubana en los años 50 y 60.

De todos los momentos que viví en Cienfuegos, seguro que nunca olvidaré la tormenta (por partida doble) que nos pilló de sorpresa en el Malecón y que tanto nos hizo disfrutar con la cámara. En el centro, no os podéis perder las vistas de la ciudad desde lo alto del Palacio Ferrer (Casa Provincial de la Cultura) frente al Parque José Martí.

Cienfuegos

El Nicho

De nuevo en marcha, nos encaminamos a El Nicho, un precioso parque natural con cascadas y pozas para bañarse. Llegar hasta allí supone meterse en plena naturaleza, a través de las montañas del Parque de Collantes. El complicado acceso por la pequeña carretera (a veces le costaba un poco al coche seguir), mereció la pena para poder disfrutar de estas maravillosas vistas y un refrescante baño en sus aguas. 

El Nicho

Después de una estupenda comida en el restaurante tipo ranchón que hay junto a la entrada del parque, volvimos a nuestra ruta, camino de Trinidad.

Nos habían recomendado que no se nos hiciera tarde por los cangrejos, lo cual no entendimos muy bien, hasta que llegamos al tramo de carretera junto a la costa. Nunca he visto tantos cangrejos (y de un tamaño considerable) atravesando la carretera de un lado a otro. Tuvimos que ir con mucho cuidado para no pinchar ni atropellar a las tiñosas (unas aves carroñeras que hay por toda la isla) que se posaban a comer los restos de los cangrejos aplastados. 

Trinidad

Fue toda una aventura pero por fin llegamos a Trinidad, la “joya colonial”, que tantas ganas teníamos de visitar.

Es una ciudad por la que no ha pasado el tiempo: sus calles empedradas, sus edificios del siglo XIX, su colorido y su ambiente te llevan al pasado.

Allí pude disfrutar por fin del típico cerdo asado en púa dando vueltas durante horas… a mí me dejaron probar a darle vueltas y apenas pude aguantar un minuto por el intenso calor!

También nos invitaron a uno de sus palacios restaurados para conocer el club «Amigos del danzón» y, para terminar por la noche, no podía faltar un mojito y bailar en la Casa de la Música. A mí me gusta mucho bailar salsa, así que no perdí la oportunidad, aunque ver a los cubanos ¡eso sí que es una gozada!

Trinidad

Sancti Spiritus

Sancti Spiritus es una tranquila ciudad en la zona central de Cuba, junto al río Yayabo. Se trata del punto más oriental de nuestro recorrido, ya que a partir de aquí comenzó la ruta de regreso a La Habana. Aunque la visita fue breve, dio mucho de sí.

En el paseo por el centro, descubrimos una muestra fotográfica de imágenes relacionadas con la Revolución, que nos resultó muy interesante. Un buen ejemplo de la fotografía al servicio de un mensaje, una ideología e incluso un sentimiento.

El momento estelar de nuestro paso por Sancti Spiritus lo vivimos en una pequeña y coqueta tienda de recuerdos turísticos, donde Carlos, un cubano encantador, nos estuvo enseñando a tocar cada instrumento e hicimos un simpático cuarteto musical.

Santa Clara

Y por último, Santa Clara fue la última visita de nuestra ruta cubana. Es famosa por el museo-monumento al Ché, donde se conservan sus restos, y que ha sido visitado por más de 5 millones de personas desde la creación del mausoleo a finales de los años 80.

Sin embargo, Santa Clara es también una ciudad abierta y vital, autoproclamada como “Ciudad Liberal”. Alberga la segunda universidad más prestigiosa del país, lo que le da también ese aire juvenil y cultural.

Uno de los lugares más interesantes es el club «El Mejunje», ubicado en un antiguo edificio sin techo, lleno de grafitis, y que ofrece cada noche actuaciones para todos los públicos. Aquella noche actuaba una famosa pianista cubana y un grupo de cantantes que improvisando nos ofrecieron un curioso espectáculo y un bonito recuerdo.

Grupo de música actuando en un hotel de La Habana

Los últimos días pudimos disfrutar un poco más de La Habana y seguir callejeando por sus rincones. Era inevitable la vuelta a casa, pero cuando íbamos al aeropuerto, yo me despedí de Cuba:

¡¡¡HASTA LA PRÓXIMA CUBA!!!

Si quieres seguirle los pasos a Ester y no perderte ninguno de sus viajes, puedes visitar su web en Con mapa y cámara. 

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