Escrito por: Pepa Astillero.

Llegamos al aeropuerto internacional de Angkor (Siem Reap) a media tarde.

La primera noche recorrimos  los lugares de ocio de Siem Reap.  Nos dimos cuenta que era como estar en cualquier gran ciudad turística.  Las canciones del Enrique Iglesias de turno sonaban por todos lados. Las calles estaban repletas de gentes riendo, levantando la voz, bailando, bebiendo, relacionándose…

De camino hacia el hotel vi un carrito de comida ambulante con bollos de pan y bocadillos. Me compré un par de bollos y me los comí sin nada dentro. ¡Hacía muchos días que no comía pan!. El uso del pan les venía a los camboyanos de su etapa colonial francesa.

A la mañana siguiente nos encontramos con Bopha, Bopha sería nuestra guía  durante dos días. Había  estudiado en Barcelona y tenía un buen nivel de español. Con ella conocimos de la mejor manera posible la historia de las ruinas de Angkor Wat y de Camboya. Bopha tenía 37 años y había nacido en un campo de refugiados en Tailandia. Allí  llegaron sus padres huyendo de los Jémeres Rojos con el genocida Pol Pot al mando. Los Jémeres Rojos acabaron  con la vida de un tercio de camboyanos. Conocimos de primera mano historias espeluznantes ocurridas no hacía tanto tiempo (1975).

Visitamos las construcciones más populares: Angkor Wat, la gran ciudad amurallada, Angkor Thom con el templo de Bayon, templo de Baphuon, templo de Pre Rup, templo de Ta Prohm… con unas magníficas explicaciones de Bopha que te hacían volver a los esplendorosos tiempos remotos.

A la hora de comer Bopha nos llevó a un mercado local. Las paradas de frutas exóticas lo inundaban de color. Probamos algunas. Sus sabores y sus olores eran muy diferentes a los nuestros.

Por la tarde callejeábamos por rincones alejados de las rutas turísticas para conocer de primera mano su vida cotidiana.

Había largas calles llenas de pequeños talleres familiares de cuero,  lonas… talleres mecánicos … tiendecitas donde vendían un poco de todo… Calles polvorientas en las que sólo tenían aceras algunas casas y hoteles.

Nada más tenías que cruzar el río para ver una ciudad totalmente diferente.

El segundo día visitamos las construcciones menos visitadas de Angkor Wat pero no por ello menos interesantes de verlas y conocer sus historias: Kbal SpeanBantey SreiBantey Samre Preah Ko, templo Bakong, templo Lolei

Visitamos una aldea flotante camboyana. No tengo palabras para narrar la experiencia que supuso para mí. Al ser la época seca había poca agua. Subimos a una barca que nos llevó por un río sin apenas caudal y desde donde pudimos contemplar las casas del pueblo que quedaban muy elevadas y que se presentaban ante nosotros como esqueletos de cañas altísimas.

Llegamos hasta un lago con barcazas de pescadores en las que muchos, incluso,  viven en ellas. De vuelta, la barca nos paró, subimos al pueblo y lo recorrimos andando. Sus calles eran de una tierra rojiza polvorienta que durante la época de lluvias se transformaban en canales navegables.

Tuvimos la suerte de coincidir con la preparación de una boda. En la calle principal todas las mujeres del pueblo se encargaban de cocinar para el banquete nupcial. Nos explicaron detalles de cómo era la ceremonia y nos enseñaron el salón en el que se celebraría la fiesta. Probamos algunos de los alimentos preparados. Nos invitaron al banquete pero no nos pudimos quedar por cuestiones de agenda de Bopha.

Por las tardes, cerca del hotel, veíamos gente que iba y venía, oíamos cánticos, oraciones, sollozos… nos enteramos que había un funeral. Con mucho respeto y curiosidad conseguimos entrar en la casa del difunto y contemplar la ceremonia.

Una tarde al salir del hotel me encontré por la calle el ritual funerario y me uní a él. Llevaban el cuerpo en una carroza adornada y escritas algunas frases recordando su paso por la vida. Detrás le seguía una comitiva que cantaba.

Una noche asistimos a una cena típica para turistas con espectáculo.

Recorrimos los mercados de Siem Reap repletos de pequeños comercios y productos, con centenares de estrechos pasillos, suelos de tierra mojados, paradas de comidas… y donde todo el mundo regatea para conseguir el mejor precio que supuestamente beneficie tanto al vendedor como al comprador. Yo tengo mis dudas.

Visitamos El Angkor National Museum, inaugurado con una gran controversia en el 2007. Presenta, utilizando tecnología multimedia audiovisual, la era dorada del Imperio Khmer a través de ocho galerías.

Fue una visita muy interesante, didáctica y recomendable. Me gustó. Impresionante la galería dedicada a los 1000 budas.

Al atardecer Graciela partió  rumbo a Barcelona. Yo al día siguiente volaría a Ho Chi Ming (Vietnam).

En el hotel nos abrazamos con gran emoción. Nos despedimos con la incertidumbre de si nos volveríamos a ver.

Al cabo de dos años nos vimos en Granada.

Si quieres seguir leyendo sobre la experiencia de Pepa en otros países del sudeste asiático puedes hacerlo en el siguiente post: Mi experiencia por el sudeste asiático parte III: Vietnam.

Y tú, ¿quieres ser también nuestra amiga nómada? Aquí te contamos cómo. ¡Anímate!